martes, 25 de diciembre de 2007

MAZZI y la poesía de clase.

Víctor Mazzi cerca su casa. Foto tomada por Eduardo Ibarra, 1988.

Entrevista Ricardo Gonzales Vigil*
Hemos buscado a Víctor Mazzi para conversar sobre una de las vertientes menos conocidas de nuestra literatura; la poesía proletaria. La reciente aparición de su antología Poesía Proletaria del Perú, (1930-1976) (Introducción, selección y notas de V. Mazzi; Lima eds de la Biblioteca Universitaria, 1976) nos ha decidido a hacerlo, porque dicha obra constituye un valioso panorama, a la vez que una primera sistematización y caracterización de dicha vertiente. También porque permite destacar la labor cumplida por el Grupo Intelectual “Primero de Mayo” del cual Mazzi es el principal animador, a lo largo de dos décadas de funcionamiento (1956-1976). Un incentivo más ha sido la edición del primer (Guirnalda de canciones a Chosica; Chosica Eds. La Cantuta, 1976) y del último poemario (Poemas del albañil; Tacna, Mojinete, 1976) de Mazzi.
Víctor Mazzi (Morococha, 1925) tiene una amplía trayectoria como poeta y coordinador literario. Ha publicado Reflejos del Carbón (1947), A lengua viva (1975) y Poemas de vecindad (1975), además de los poemarios anteriormente mencionados. Ha obtenido varios premios de poesía y ensayo, conferidos por la Universidad Nacional de Ingienería y el Concejo Municipal de Barranco, y ha sido miembro cofundador de diversas agrupaciones culturales, entre las que destacan el Grupo Intelectual “Primero de Mayo” y el Instituto de Cultura de Chosica.

LA POESÍA DEL PROLETARIADO
RGV: ¿Qué entiende Ud. por poesía proletaria?MAZZI: La poesía proletaria exterioriza una concepción y una perspectiva estético-ideológica que corresponde al proletariado ya que expresa las experiencias de la clase obrera. Hay que tener en cuenta que todos los escritores que se han denominado “literatos nacionales” en realidad no encarnan a la mayoría. Bien sabemos que los sentimientos son comunes a todas las personas, pero las características son diferentes y perfilan una fisonomía clasista. Como muestra pensemos que cuando un familiar de un proletario muere, éste se pone a llorar con una desesperación y angustia que no se puede permitir en otras clases; entre las clases burguesas la muerte tiene un sentido de apariencia, es decir el deudo se pone a decepcionar los pésames y ha mantener las apariencias en todo. Lo mismo ocurre en el amor, en el dolor; sus características determinan el apartamiento de las clases. Todo esto exige que la clase trabajadora tenga sus aedas que trasunten sus sentimientos y los hagan accesibles a la gente que conforma la clase proletaria, ya que la poesía en boga o más publicitada no es accesible a las masas.
RGV: ¿El concepto de proletariado incluiría al campesinado, ya que la gran mayoría de peruanos siguen siendo campesinos?
MAZZI: Las expresiones del campo no son las de la ciudad. La poesía proletaria trae una conciencia de clase y la poesía indigenista, como nos la recuerda Mariátegui, no fue hecha por indígenas, en cambio, la poesía proletaria es hecha por los mismos obreros.
RGV: Pero en su antología incluye poetas que no son de extracción obrera y que no han transcurrido su vida en oficios proletarios.
MAZZI: El poeta es proletario por extracción o por posición. Si adopta la conciencia de clase, está inmerso en los problemas del proletariado. Existiría pues un proletariado fabril y un proletariado intelectual.
RGV: ¿Es lo mismo hablar de poesía proletaria y poesía revolucionaria?
MAZZI: Bueno, en algunos aspectos sí, porque no puede estar alejada de la acción política, pero no se puede identificar la poesía proletaria con la poesía política. La poesía política siempre trasunta una expresión partidaria; la poesía proletaria en cambio, sin dejar de ser política, no se identifica con una actitud partidarista sino con las necesidades de expresión de la clase obrera.

ETAPAS DE LA POESIA PROLETARIA PERUANA
RGV: ¿Cómo logró determinar la existencia de “anticipadores” y de “cursores” de la poesía proletaria peruana, de acuerdo al esquema que presenta Ud. en su antología?
MAZZI: En principio soy un estudioso de la literatura peruana. El proletariado no ha existido solamente a partir de la revolución industrial, sino desde mucho antes (tenemos el movimiento de Espartaco 80 años antes de Cristo, en el que intervinieron albañiles, pescadores, es decir hombres pertenecientes al proletariado sin saberlo). Al estudiar las obras y las biografías de Juan del Valle y Caviedes, Gabriel Aguilar y Nalvarte, y Constantino Carrasco me di cuenta de que eran precursores de la literatura proletaria; Caviedes, por ejemplo, había sido un obrero, aunque claro en esa época no estaba sistematizada la noción de clase. En cuanto a los cursores, observé que se había escrito mucho sobre el proletariado en 1912; uno de los textos que recuerdo es una oda a los obreros escrita por José Gálvez Barrenechea. Este poema no tenía una visión total de lo que es el proletariado. Lo mismo ocurre con la generación de 1920, con Serafín Delmar, Magda Portal, Nicanor de la Fuente y otros que trataron de hacer una poesía cercana a la visión de la clase obrera, pero no lograron penetrar a fondo en la actividad y sentimientos de la clase trabajadora peruana. Todo esto me hace hablar de cursores a partir de los postulados estéticos y políticos que trazó José Carlos Mariátegui y más profundamente César Vallejo; si bien ellos no fueron obreros, estuvieron al servicio de la ideología de la clase obrera y, por lo tanto, son proletarios por posición.
RGV: La mayoría de los autores posteriores han participado en el Grupo Intelectual “Primero de Mayo” ¿Cómo se gestó esta asociación?MAZZI: Podemos decir que en Chosica se originó la idea de reunir a los escritores de la clase obrera, dado que acá nos encontramos tres trabajadores que hacíamos versos: José Guerra Peñaloza, Carlos Loayza y yo; en 1947 ya trazamos un esbozo de lo que podría ser más tarde la poesía proletaria. Luego fui a trabajar a Paucartambo, donde me encontré con escritores obreros y en 1950 instituimos el grupo “Tierra y Libertad”, con Víctor Ladera Prieto, Eusebio Arias Vivanco, Sócrates Morales y otros. Después pudimos reencontranos en 1956 en Lima, y conocimos a otros escritores como Leoncio Bueno y dimos fundación al Grupo Intelectual “Primero de Mayo”. Se elaboró un programa de principios que está vigente. Actualmente agrupa a 35 escritores, 13 de ellos bastantes jóvenes. Tenemos filiales en Tacna, Cusco, Piura, Chiclayo, Jauja, Huancayo, y otras ciudades del país. El Grupo “Primero de Mayo” ha leído una serie de autores que le crearon la conciencia de una corriente proletaria; el grupo Boedo de Argentina, diversos autores latinoamericanos y norteamericanos cercanos a la clase obrera, los poetas obreros españoles –entre ellos, la figura de Miguel Hernández-. Y creo que es la primera vez que una entidad se ha logrado mantener, porque el grupo Boedo no duró más de diez años. Estamos en constante correspondencia con escritores obreros de otros países.
* Entrevista realizada por Ricardo Gonzáles Vigil el 6 de marzo de 1977. Publicado en El Dominical, suplemento de El Comercio. P. 20. Lima. Perú.

lunes, 24 de diciembre de 2007

LA BANDERA DE LA POESÍA ENTRE LOS TRABAJADORES

Por un poeta argentino.
Entrevista de Jorge Alejandro Boccanera.*
Chosica además de ser una bonita palabra, es la denominación de una localidad cercana a la ciudad de Lima, pero diferenciada de ésta por un saludable clima de sierra. El lugar se torna aún más saludable, porque en una de sus casas humildes vive un verdadero poeta, Víctor Mazzi Trujillo.
Seguramente cuando se escriba la historia de la poesía latinoamericana de este siglo, se ignore este nombre, como ya ha sucedido en varias antologías de poetas del Perú; pero los que tuvimos la oportunidad de conocerlo sabemos de la fidelidad a la poesía, que por muchos años han manifestado Víctor y el grupo intelectual “Primero de Mayo” del cual es cofundador.
El grupo mencionado cumplió en julio pasado nada menos que veinte años de existencia en las letras. Está formado casi en su totalidad por obreros, que dedican el poco tiempo libre del que disponen a la poesía. Uno de ellos es Víctor, poeta y albañil, aunque últimamente por razones de salud se ha dedicado a la venta de libros en la Universidad Nacional de La Cantuta, que alberga en su gran mayoría a estudiantes provenientes del campesinado peruano.
“Primero de Mayo” no sólo ostenta el hecho de la continuidad en la literatura, sino la característica de haberse desarrollado y ampliado a través de la creación de filiales de provincias en lugares como Talara, Huancayo y Piura, entre otros. Las publicaciones también han proliferado en revistas como “Liberación”, “Honda tierra” y “Papeles del payador”; y en forma de cuadernos de poesía y prosa, entre los que se destacaron “Prólogo del alba”, “Perú, es tu hora”, “Columna de luz” y “Canto y seña”.

La poesía de Mazzi nos hace recordar los versos de otro poeta latinoamericano, Oscar R.F. García, obrero de una fábrica de cartón corrugado. Se expresa en un lenguaje claro y exprime los hechos en la búsqueda del mensaje. Como alguna vez escribiera este poeta argentino, “la luz se construye a martillazos”. Estos versos han sido recreados en toda obra (aún inédita) de Víctor, que no canta para la gente, sino que su canto emerge desde la gente, en una tarea decididamente vital.

Ha dicho alguna vez el poeta peruano Alejandro Romualdo: “Víctor Mazzi se ha elevado en sus poemas como en un andamiaje sólido y necesario; él ha arribado a una altura humana difícil de alcanzar, se ha aferrado a una cornisa celeste como un náufrago del cielo (…) Mazzi ha abandonado las alturas de su profesión de albañil, recuperándolas inmediatamente por las de su profesión de poeta (…) Cuando comprobé la aparición de este poeta que viene a combatir al lado nuestro por ley natural, lo ví como un desagravio a todos los que en el Perú sufrimos la dicha de ser escritores fieles a nuestra extracción popular”.

Sino también significativas las palabras de otro gran intelectual peruano sobre Víctor. El ya desaparecido poeta Sebastián Salazar Bondy escribió: “Un porte sencillo, unas manos duras, una mirada limpia, son algunos de los rasgos de su persona que de inmediato se imponen (…) Hay una clase de escritor que no es el ilustrado, el cultivado en las disciplinas intelectuales con el rigor del estudio y la aplicación sin pausa. Es el escritor dueño de una facultad expresiva innata”.

Creo que no caben más apreciaciones que aquellos versos de otro poeta obrero, Oscar R.F. García: “Hoy la poesía es un reclamo/ una rebelde obstinación obrera/ una pared pintada/ un cartelón donde escribimos fábrica tomada”.

-¿Cuándo se forma el grupo intelectual “Primero de Mayo” y cuáles son sus objetivos?El grupo nace en julio del 56 en la ciudad de Lima. Lo fundamos con otros escritores como Guerra Peñaloza, Carlos Loayza y Leoncio Bueno. A este primer grupo se van a ir uniendo otros poetas. En su mayoría el grupo estaba integrado por obreros. Loayza era albañil de Piura; Leoncio Bueno era electricista de Casagrande; Guerra Peñaloza era ferroviario de Huancavelica; Pérez Contreras era campesino de Jauja y yo era albañil de Morococha. En esa época publicamos el primer libro de poemas entre todos; se llamó “Prólogo del alba”. Los seleccionados éramos trece trabajadores peruanos. En 1957 sacamos nuestra declaración de principios, donde propugnábamos por una literatura que emerja de la clase trabajadora y promueva sus valores auténticos.

Después del primer libro, que respondía a nuestro entender a la necesidad histórica de ese momento, exponemos, nutridos de una cultura idealista y metafísica, los problemas colectivos, evolucionando progresivamente hacía formas del arte más cuidadas.

-¿Cómo es el lenguaje de esa poesía?El lenguaje es duro, protestatario y rebelde. Se desechan las reglas en pos de un lenguaje propio y de una manera particular de expresión.

-¿Habría entonces un sacrificio del lenguaje eminentemente poético por la búsqueda del mensaje?
Eso exactamente ha venido ocurriendo hasta nuestros días.

-¿Qué pasaría si la literatura del grupo “Primero de Mayo” dejara de serlo como prioridad?
Quedaría, en ese caso, como el testimonio de una clase en determinada época, como ocurrió con los poetas franceses de 1830 a 1871, o sea de la Comuna de París. Toda esa poesía no es una gran poesía, pero tiene una formulación histórica innegable.

-¿Porqué la mayoría de tus trabajos se mantiene inéditos?
Sucedió que al ganar algunos concursos de poesía, donde se establecía como premio la edición, quedé a la espera. Lo cierto es que dicha publicación, por diversos factores, nunca se hizo. Mis poemas constan en antologías como la de “Poemas a Mariátegui”(1959) “Antología de la poesía revolucionaria”(1966); la “Antología de la literatura de Junín” (1975); y la que este año ha editado la Biblioteca Universitaria y que yo mismo he preparado, sobre la “Poesía proletaria del Perú” (1976).

-¿Qué sucede con la poesía de las nuevas generaciones, digamos del 60 en adelante, y específicamente cómo se manifiestan los jóvenes dentro del grupo?
Pienso que la generación del 60, en el Perú, no es una generación homogénea; está dividida en dos tendencias. Una de comunicación con las mayorías, con la encuentro más afinidad y entre los que sobresalen Marcos Martos e Hildebrando Pérez, y la otra que la creo cercana al existencialismo, llevada adelante por poetas como Hinostroza, Elqui Burgos y Garayar entre otros. Estos poetas desarrollan una poesía vital y esperanzada, que se opone de algún modo a la de Ramírez Ruiz, por ejemplo, que trata de imponer una corriente intelectualista. Entre los jóvenes poetas con que cuenta el grupo se encuentran Artidoro Velapatiño, que muestra en sus trabajos un lineamiento acorde con su sensibilidad literaria, por medio de una sintaxis de tipo quechua; Julio Carmona quien desarrolla una intensa búsqueda hacia nuevas formas dentro de una poesía testimonial; Alberto Alarcón, con un intenso lirismo cargado de humor y de ironía; y Eduardo Ibarra, con una poesía clara y contundente.

-¿A qué poetas latinoamericanos sentís cercana tu obra?
Por la circunstancia en que vivo, con Vallejo, por la actitud y conducta literaria apoyada en una conducta vivencial; con Marco Martos por reflejar una realidad social; y con el argentino Oscar R.F. García en el sentido de mantener la tonalidad proletaria en su poesía.

- Tu opinión breve sobre tres momentos diferentes de la poesía peruana: Alejandro Romualdo, Antonio Cisneros y Enrique Verástegui.
Romualdo es el mayor poeta de la generación del 50. Cisneros es el poeta de más alto vuelo de la década siguiente; y Verástegui es una revelación fulgurante.

* Entrevista realizada por Jorge Alejandro Boccanera y publicada en el Suplemento cultural de El sol de México, 30 de enero de 1977. pp. 10-12. Se han suprimido los poemas: Profesión y fe, Epinítica, Rosseta, Hugo Strasser y yo. Elegía a un ciudadano desconocido.

AHONDAR EN LA POESÌA DE CLASE

Foto de Roland Forgues. Chosica, Julio 1983. En la casa de Manuel Moreno Jimeno.


Entrevista Roland Forgues. *


Tú eres un poeta proletario. El caso no es tan frecuente en las letras hispanoamericanas, por ello me gustaría que me dieras primero algunos datos biográficos y me señalaras luego como te iniciaste en las letras.

Mira nací en 1925 en el distrito de Morococha, un asiento minero situado a los 4400 metros sobre el nivel del mar, provincia de Yauli, departamento de Junín. Soy hijo de un trabajador enmaderador y carpintero, mi señora madre procedía de una familia campesina de Ambo, departamento de Huanuco. Con ellos y una hermana menor tuvimos obligadamente que migrar a Chosica a consecuencia del crack económico de 1930. Como éramos gente pobre pude solamente cursar estudios hasta el tercer año de primaria en el Centro Escolar Nº 451 y luego me puse a trabajar junto a mi padre en labores de carpintería y albañilería. Hacía 1950 me desempeñé de barretero y bodeguero en las obras de construcción de la Central Hidroeléctrica de Paucartambo.

 
¿Trabajabas para una compañía limeña o una compañía extranjera?
Para una compañía noruega, la Christian Nielsen que efectuaba obras de contrata para la empresa norteamericana Cerro de Pasco Copper Corporation.

 
¿Te permitía este trabajo consagrar algún tiempo a la lectura?
No mucho, aunque me daba maña para ello. Recuerdo que leía en este entonces algunas obras de Máximo Gorki, de Jack London, de Panait Istrati, algo de la narrativa inglesa, francesa y latinoamericana. En poesía, naturalmente, de César Vallejo, Pablo Neruda y Manuel Moreno Jimeno, cuya obra La noche ciega se había editado en 1947 con unos grabados de Judith Westphalen. Lecturas que de algún modo compartía con otros poetas y escritores obreros que tuve la suerte de conocer y con los cuales conformamos en dicho lugar una agrupación denominada TIERRA Y LIBERTAD. De entre sus componentes mencionaré a Sócrates Morales, quien en 1954 viajó a España, a Eusebio Arias Vivanco que fue exiliado por la dictadura del general Odría y por el año 1960 murió en Venezuela, a Armando Guillén, líder y pintor boliviano, a Víctor Ladera que por 1959 partió a Francia, donde vivió algunos años en compañía de Paul Escobar y Guillermo Lobatón.

 
Es decir que te sitúas en parte dentro de esa generación que salió a la guerrilla...

Sí. O sea de la generación del 50. Como verás, cada uno de toda esa gente sale con un rumbo diferente. En 1956 se convoca a elecciones generales de la República y por entonces trabajaba de empleado en el local del Movimiento Social Progresista. Es en dicho lugar donde llego a conocer a Leoncio Bueno y le hablo de la necesidad de constituir un organismo propio de los poetas y escritores de extracción y posición obrera. Después de varias reuniones con José Guerra, Carlos Loayza y Eliseo García, decidimos la fundación del GRUPO INTELECTUAL PRIMERO DE MAYO suscribiendo su Acta de Principios y al que de inmediato se asociaron Pedro Durán Quevedo, Moisés León Paitán, Miguel Carrillo Natteri, José Gutiérrez Olaya, Algemiro Pérez Contreras, Eusebio Arias Vivanco y Víctor Ladera (ambos del fenecido grupo TIERRA Y LIBERTAD), posteriormente Rosa del Carpio, Jorge Bacacorzo y otros. Con este conjunto comenzamos pues a desarrollar una intensa actividad mediante charlas, recitales, publicaciones y, a la vez, establecimos filiales en Huancayo, Cuzco, Puno, Arequipa, Talara y otros puntos más del país.

Justamente, cinco años después de su formación, el grupo declaraba en el mes de julio de 1961, en un artículo publicado por el cuaderno de poesía Esta voz… que “El poeta debe contribuir con su arte a la transformación del mundo, a la superación del hombre y a la victoria de la verdad, de la belleza y de la justicia social”. ¿Fue ésta meta que se propuso el grupo desde el comienzo?

Exacto. Tales propósitos también están consignados en nuestra Declaración de principios y que el grupo no deja de enarbolar en los terrenos de la literatura y el arte. Algo más: es el fundamento de nuestro ineludible deber como escritores de la clase obrera.

 
¿Cuáles fueron y cuáles son las principales actividades del grupo? ¿Han hecho ustedes algún trabajo de promoción de la literatura proletaria en el Perú o se han contentado con redactar proclamas?

En algo más de veinticinco años hemos publicado ocho cuadernos de nuestra expresión literaria; se realizaron múltiples tareas como las anteriormente enumeradas. Hemos promocionado nuevos cuadros así como nuevas publicaciones. A los nombres ya mencionados que se hallan en el interregno de la generación del 50 se agregan los de la década del 60 como Hugo Villanueva, Arturo Aranda, Eduardo Ibarra, Gladis Basagoitia, Artidoro Velapatiño, Carlos Olivera, Alberto Andía, Magno Dueñas, Teodoro Stucchi. Luego vienen lod del 70 como Alberto Alarcón, Julio Carmona, Joaquin de los Santos, Donald Jaimes, Néstor Espinoza, Raúl Soto y algunos más. Con ellos hemos impreso dos números de la revista Canto y Seña que no sólo están dedicados a mostrar las creaciones de los integrantes del grupo, sino también a difundir la poesía proletaria latinoamericana. Luego hemos emprendido la publicación de nuestro vocero de creación y de Puntos de Clase del que han salido ya cinco números. Además, hay una buena cantidad de obras individuales de nuestros componentes y actualmente no se pierde el hilo de esa continuidad con la revista Korillacta que dirige Alberto Alarcón y el sello editorial La lira popular que comanda Julio Carmona y en las que se acaba de editar Las botellas rojas de Jorge Bacacorzo.

 
Me figuro que no será nada fácil que un obrero se convierta en un escritor ¿Cómo se manifestó tu interés por la poesía?
El hecho de ser un autodidacta significa que he tenido que batallar mucho por lograr un amplio conocimiento cultural dado a las condiciones de pervivencia. Desde ese punto, cero, que mi interés por la poesía se deba más que nada a un caso de vocación innata que se vino a suscitar cuando empecé a componer letras para canciones a las que pusieron música digamos Pedro Durán Quevedo, Gerardo Salhuana, Pablo Navarro Lovera, Rodolfo Tejada Ayona, José Vivanco Zambrano, entre otros. Composiciones que tuvieron su cuarto de hora de popularidad y no dieron para más. De ahí, pasé a escribir versos a los que impuse mi ritmo interior, cogiendo el curso del misterio poético que se desprendía por entonces de Miguel Hernández, Paul Eluard, Jacques Prévèrt, Blas de Otero y Gabriel Celaya, es decir de una poesía acorde con mi sensibilidad e ideales de lucha.

¿Crees tú, como dice Celaya, que la poesía es un “arma cargada de futuro”? ¿Consideras asimismo que el poeta puede “dar vida”, “provocar nuevos actos”? ¿Es también tu poesía una “poesía-herramienta”?
Claro que sí. Sobre todo cuando se tiene una extracción y una posición de clase, y te impones a escribir no sólo para ti, sino también para todos los que deben operar o cooperar por un cambio social, político y económico, de un país como el mío. Para ello, pues, no basta pensar, hay que atravesar por situaciones difíciles, digamos como cuando dejé de trabajar en el Movimiento Social Progresista y, como es lógico, tuve que volver al mundo de l albañilería y, de tarde en tarde, a vender libros, maletín en mano a La Cantuta y, de paso, ofrecer recitales a los alumnos para que éstos tomarán conciencia de que también la poesía es “un arma” o “una herramienta” útil. Y eso necesariamente tenía que demostrarlo con mi propia poesía. Y eso mismo hacía con mis compañeros de labores cuando fui a trabajar a la construcción del canal de Tinajones en Chongoyape, Chiclayo por 1965 y 66, hasta quedar una vez más desocupado.

¿Qué hiciste entonces? Pese a todo eso, ¿podías escribir?
Trataba de hacerlo y lo hice. Es así como con las composiciones que escribí durante esos años me presenté y obtuve el Primer Premio de Poesía en el concurso literario para trabajadores que organizó el Concejo Distrital de Barranco en 1966, el Primer Premio de Poesía en el certamen literario para obreros que realizó la Asociación de Centros de la Universidad Nacional de Ingeniería en 1967 y, por último, el Primer Premio de Poesía y el Primer Premio de Ensayo en el concurso convocado en 1968 por esa misma universidad. Luego, con el dinero obtenido en esos concursos, instalé un puesto de venta de libros en La Cantuta que se convertía en ese entonces de Escuela Normal superior en Universidad Nacional de Educación. Ahí pues estuve hasta que fue intervenida por las fuerzas del gobierno y me destrozaron una buena cantidad de libros.

¿Con lo de la intervención, te refieres a la clausura autoritaria de La Cantuta por el gobierno de Belaúnde con el pretexto de que era un centro de subversión y la persecución que sufrieron varios profesores?
No. Esta vez el asunto fue durante la segunda fase del gobierno militar, en febrero de 1977, en que se llevaron presos casi a la totalidad de los alumnos. Entonces no me quedó otra que poner una librería por el centro de Lima en sociedad con mi compañero de grupo Raúl Soto. Pero resulta que ahí también perdí una cantidad de libros a consecuencia de un robo. Y para colmo de adversidad no pasó mucho tiempo que un embalse del río Rímac destruyó por completo mi vivienda. Por suerte se había reabierto la Universidad de La Cantuta, pedí permiso para reinstalar el puesto de libros en dicho centro de estudios. Fue cuando el Rector me dijo: “Si le otorgamos el permiso, va querer venir hasta el vendedor de caramelos” y agregó: “Si usted también es escritor ¿porqué no se viene a trabajar con nosotros? El profesor Miguel Gutiérrez tiene un proyecto”. Le contesté. “Pero carezco de títulos” y él me dice ¡Qué más títulos que los de sus libros publicados”. Tal es cómo ingresé a trabajar de contratado y ya estoy cerca de tres años dedicado a la investigación literaria.

El proyecto al que te refieres, ¿es un proyecto de recopilación de textos literarios, de antología de la poesía proletaria del Perú para completar el volumen que publicaste en el 1976, o de cualquier otro tipo?

El proyecto en referencia es “La Generación 50 en la Literatura Peruana del siglo XX” cuyo trabajo comprende la confección de fuentes y modelos bio-bibliográficos, estudios críticos, hemerografías, tesigrafías, entrevistas, cuadros cronológicos, antologías, etcétera. Ahí nos ocupamos de la poesía, la narrativa, las disciplinas sociales y algunos otros géneros más. Labor a la que estoy adscrito dentro de un equipo de profesores que a la vez son narradores, poetas y ensayistas como nuestro coordinador Miguel Gutiérrez Correa, Manuel Velásquez Rojas, Octavio Rojas Penas, Emilio Rojas Saenz, Carmen Ollé Nava y Elsa Cajas Rojas. En la etapa correspondiente a poesía yo he elaborado la bibliografía de la poesía generacional, una antología que reúne las producciones más significativas de los poetas de provincias, una hemerografía de las publicaciones del GRUPO INTELECTUAL PRIMERO DE MAYO, un trabajo acerca de los poetas coetáneos de Latinoamérica y España, que suman 26 países incluyendo a los del Caribe y las Antillas, además un bloque de índices como el cronológico, el de autores con obras publicadas, de autores con obra desperdigada en diarios y revistas, el de agrupaciones literarias. Actualmente cumplo similar labor con respecto a la narrativa.

¿En qué te ha servido ese trabajo de investigación bibliográfica para la escritura de tu propia poesía?
El trabajo de investigación, como tú sabes conduce a una determinada fuente de conocimientos y, de sobre manera, para quien como en mi caso anda preocupado con el problema de la identidad cultural nacional. En tal sentido, tengo un especial interés en ahondar en la labor que efectuaran siete agrupaciones de poetas de provincias en el interregno de la generación del 50.

¿Cuáles son exactamente esos siete grupos que señalas? ¿En qué se parecían o, por el contrario, en qué se diferenciaban?
Bien. Uno de los primeros en aparecer fue el ALKAMARI en el Cuzco y cuyas significativas voces fueron la de Arturo Castro Loaiza, Rubén Sueldo Guevara y Antonio Durant Teves. En Arequipa se da el AVANZADA SUR constituido por los hermanos Jorge y Xavier Bacacorzo, Aníbal Portocarrero, Efraín Miranda, Oswaldo Reynoso, entre otros. En Trujillo tenemos la agrupación denominada PEÑA DEL MAR con Manuel Jesús Orbegoso, Antonio Fernández Arce, Amado Medina y algunos más. En Chiclayo insurge el YUNGA con la animación de Alfredo José Delgado, Ricardo Espinoza Salazar, Alfonso Tello Marchena y otros más. En Talara actúa el grupo LIBERACIÓN conducido por Emilio Saldarriaga y Danilo Valladares. En Huancayo se conforma el de HORA CERO (diferente al de su posterior homónimo que se escribe con “Z”) integrado por Víctor Marco Gutiérrez, Hugo Villanueva y Armando Casquero. En Huaraz hallamos el PIEDRA Y NIEVE con el comando de Marcos Yauri Montero y Agustín Loli. Estas agrupaciones tienen por común denominador la característica de ser núcleos de avanzada ideo-literaria y cuyos aportes son el de haber llevado a cabo una toma de conciencia en relación cada cual con su propia realidad circundante. En sus diferencias es de observar, por ejemplo en los grupos del Cuzco, Arequipa, Junín y Talara, hay una mayor preocupación poética de tipo social. En tanto que en los demás grupos tienen un sumo interés por exponer una poesía de índole anímica o panteísta, con algunas excepciones de parte de sus miembros. Este conocimiento me ha permitido pues ensanchar la visión que se tenía del acontecer poético del país.

Ya que hablas de “ensanchamiento” ¿Qué nuevos temas has incorporado a tu poesía después de esas lecturas?
Más que hablar de nuevos temas, te podría decir que me ha servido para realizar un renuevo de contenido acerca del mundo del trabajo y de los trabajadores, de sus sentimientos y aspiraciones, de sus esperanzas y frustraciones. Y si en ese quehacer alguna novedad existe quizás sea la aplicación de cierto sentido crítico, el empleo de la ironía. Pero todo esto, creo, ya se venía perfilando en mi obra Memorial de un tiempo a otro.

Puede que me equivoque, pero yo veo en tu último libro, más que ironía, una especie de distanciamiento de la perspectiva con que se enfoca la realidad concreta como sugiere el primer poema titulado “Contexto” y que dice así: “Puesto/ que la situación/ se torna más difícil/ apilaré palabras/ de las que se piensan/ y no se dicen/ de las que se dicen/ sin pensarlo/ de las que saben/ a padre y madre/ y/ ahora son/ vástagos de mi contexto./”
Cierto. Hay ese distanciamiento de la perspectiva como tú dices. Creo que eso en parte tiene algo que ver con la admiración que tengo por la obra de Bertold Brecht

Quizá la ironía y la influencia de Bertold Brecha aparezcan más claras en el segundo poema, “Señales”, que empieza así: “Si no hubiera señales/ las inventaría/ para decir lo que es/ un pueblo/ la vida/ el mundo.” Y termina con estos versos:/ Así diría/ ¡Estoy presente!/ y soy testimonio de un tiempo/ con el cuchillo entre los dientes.” A través justamente de la imagen del hombre con el cuchillo entre los dientes, reivindicada por el poeta. Porque esa reivindicación destruye, de alguna manera, la connotación negativa que sus promotores le habían dado a la imagen. ¿Piensas que Memorial de un tiempo a otro marca una nueva etapa en tu poesía?
No sé sí esta obra mía constituya el inicio de una nueva etapa. Pero haciendo comparaciones con mis anteriores obras, hay alguna diferencia si la confrontamos con Reflejos del carbón que se publicara en 1947, o con A lengua viva y Poemas de vecindad, ambas editadas en 1975. Lo que sí se advierte un tanto diferente en cuanto a forma es con mi libro primigenio Guirnalda de canciones a Chosica que fuera escrita entre 1944-1946. Aunque te diré que todas estas obras tienen algún nexo o relación en lo que respecta a testimoniar una realidad agonal y tangible de la clase obrera.

Volviendo ahora un poco atrás me gustaría saber como fue tu primer contacto con Lima y cómo se te ocurrió meterte de poeta.
El hecho de abandonar el lugar donde uno comenzara a vivir por otro ambiente no conocido, te causa una profunda desazón y entonces sufres para poder adecuarte. Mucho más aún si vas como migrante de un asiento minero a una ciudad llena de aristócratas, tal como aconteció cuando fuimos con mi familia a Chosica. Esta ciudad, en esa época, sólo tenía unos tres mil habitantes y un escaso proletariado compuesto por ferroviarios. Ahora, en cambio, su población cuya mayoría está constituida por trabajadores sobrepasa la suma de ciento veinte mil. En cuanto a cómo es que me convertí en poeta, pienso que en parte se deba a mi sensibilidad y, de algún modo, al influjo que me suscitó mi padre y a la ejemplaridad de dos líderes y escritores del proletariado, Gamaniel Blanco y Augusto Mateu Cueva, quienes fueron mis maestros en Morococha.

Pero, justamente, ¿Cómo te sentías tú viniendo de la sierra entre esa aristocracia?
Completamente desorientado, marginado, sin saber a qué atenerme o qué hacer frente a esa gente de vida muelle, todos envanecidos y soberbios.

¿Nunca se te ocurrió regresar a la sierra?
De vez en cuando voy para conjurar la nostalgia que aún siento por su naturaleza y su ambiente, a vivificar mis pulmones con la frescura de sus aires. Aunque, te diré, que conservo indeleble esa imagen de la tierra.

¿Pero no crees que esa imagen de Morococha sea una imagen un poco idealizada, quizá por el efecto del alejamiento? Esto es por lo menos lo que sugieren estos versos del poema “A modo de cantar de Juan Santos Atahuallpa el invencible”, escrito y publicado posteriormente, donde estableces una oposición entre la sierra y la costa, el campo y la ciudad, como símbolo respectivamente del Bien y del Mal: “Dejo mi papel de loco/ mi hacha descantillada/ Decididamente te dejo/ con tu ruindad a solas/…/ No me gustan tus murallas/ detesto tus cuarteles/ impreco tus prisiones/ que matan todo espacio/…/ Voy a mis montes altos/ en pos de sol y viento/ No quiero más mentiras/No quiero más señuelos”. Y el poema termina con la afirmación de que la revolución liberadora se hará a partir de la sierra: “Más un día volveré/Creciente de aluviones”
Mira, esa imagen en parte obedece a mi modo de ver un estado de cosas que no se resuelve sino se confronta la situación del hombre opreso en la ciudad y venido a menos, con la perspectiva que le ofrece el retorno a su propio marco geográfico y a las fuerzas que pueden impulsarlo a una acción colectiva. Claro está que para ello se formula esa oposición de sierra y costa, campo y ciudad, pero no un propósito maniqueo.

Justamente, ¿podrías hablarme ahora de tu formación ideológica y de tu militancia política?
Bien. Mi formación ideológica va pareja con mi formación literaria. Diversas lecturas que van desde las históricas-geográficas hasta las filosóficas conjuntamente con mi práctica social han contribuido a que posea una concepción del mundo y una conciencia de clase que se trasparenta en todos mis escritos. Mi militancia política está ligada desde 1945 al movimiento y los móviles propios de la clase obrera. En ese sentido he colaborado con actividades de lucha sindical. Pero, de sobremanera, mi labor se ha centrado básicamente en promover y desarrollar lineamientos de arte y literatura proletarios con el GRUPO INTELECTUAL PRIMERO DE MAYO, cuya dirección asumí en 1968.

Pero justamente en el 68 estalla una discrepancia entre el grupo y Leoncio Bueno que se retira, ¿Qué ocurrió exactamente?
Leoncio Bueno como co-fundador del Grupo y en su calidad de poeta y escritor obrero tenía el convencimiento que se debía más que nada a la construcción y defensa del arte y la literatura proletarios. Pero parece que recién en 1968 se puso a leer Literatura y revolución de León Trotski, al cual sigue partidariamente. Reparó entonces que el conductor de la IV Internacional desestimaba por completo el surgimiento y la existencia de la literatura proletaria. Tal hecho lo llevó a argumentar que en su calidad de artesano estaba inserto en la pequeña burguesía y, en consecuencia, tampoco creía que pudiera existir una literatura propia de la clase obrera y desdiciendo su condición de escritor proletario, optó por separarse del grupo.

¿Tuvo alguna vinculación el GRUPO INTELECTUAL PRIMERO DE MAYO con el grupo NARRACIÓN?
Hemos coincidido en lo que respecta a puntos de vista sobre el arte y la literatura social-realista.
 
Sin embargo había diferencias ideológicas bastante importantes ¿no? Mientras ustedes, los del GRUPO INTELECTUAL PRIMERO DE MAYO estaban ligados al Partido Comunista de tendencia pro-soviética, los del grupo NARRACIÓN estaban más cercanos al maoísmo, pese a que ciertos miembros pertenecían al MIR ¿Cómo conciliaban ustedes estas divergencias ideológicas?
El GRUPO INTELECTUAL PRIMERO DE MAYO mantiene desde su fundación un carácter de Frente y no ha estado ligado a partido alguno, como grupo se entiende. De modo individual cada miembro puede tener militancia o preferencia en y por un determinado partido. Lo que siempre nos ha identificado y dado coherencia es el constante trabajo de conjunto en base a nuestra conciencia de clase. En cuanto a divergencias ideológicas con el grupo NARRACIÓN no ha habido ninguna, al contrario, se ha dado una convergencia de ambos grupos acorde con una filiación mariateguista.

Te has referido varias veces a Vallejo y ha Mariátegui ¿qué te han aportado estos dos escritores?
De César Vallejo la carga emocional del lenguaje y la estructuración del contenido poético clasista. De José Carlos Mariátegui, el empleo del método histórico analítico y el tratamiento de la problemática socio-económica-cultural de nuestro medio.

Pero no toda la poesía de Vallejo tiene una estructura de clase tan evidente, pese a que siempre existe en ella la contradicción.
No en todas sus obras, claro. Me refiero de sobre manera sólo a Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, fundamentados por los planteamientos expuestos desde luego en El arte y la revolución. Con los cuales viene a ser Vallejo uno de los primeros en percibir y dotar de un lenguaje de sentido y contenido de clase que hasta entonces no había tenido la poesía de expresión castellana y que él supo incrementar apelando al vocabulario del mundo del trabajo. Y quizás sea por eso que aún no se ha llegado a comprender la totalidad de los poemas de los libros mencionados.

¿Quieres decir con esto que el vanguardismo de Vallejo no sería más que la revelación de un mundo desconocido por los intelectuales burgueses o pequeño-burgueses?
Así es. Aparte de este tanteo de la modalidad vanguardista que se observa en Trilce, hay que tener en cuenta que la expresión poética de Vallejo se sirve de una vivencia y experiencia social para reflejar una sociedad dividida en clases.

Por consiguiente lo que te has propuesto con tus compañeros es llevar la lucha de clases ya no sólo al terreno socio-económico, sino al cultural, vinculando la poesía con las luchas del proletariado. Pero ¿crees que también el poeta, a través de su creación, puede ser el mensajero de la revolución como parecen sugerir estos versos de “Canción para el pueblo de Chile”, poema incluido en tu antología Poesía proletaria del Perú “Anda ve y dile/al mundo entero/ que aún sangra fiero/ el pueblo de Chile”.
Si el poeta tiene conciencia de que integra una clase revolucionaria como es el proletariado, lógicamente, tendrá que poner también su poesía en pro de los intereses de su clase y, si es posible, como mensajero de la revolución.

¿Cuál era la reacción de tus compañeros albañiles sabiendo que tenían entre ellos a un poeta?
Mira, el sólo saber de que había alguien que escriba poemas acerca de ellos, de sus afanes y sus esperanzas, esto gratamente los impresionaba y mucho más cuando sabían que ese alguien era uno de ellos mismos.

¿En qué condiciones escribes?
Cuando tengo algo necesario que expresar y no se me puede quedar dentro como un cargo de conciencia. Y tanta cosas ocurren que uno tiene que estar con la sensibilidad afinada. Un día por ejemplo, tras un mitin estudiantil la policía hizo disparos y cayó uno de los manifestantes a quien yo conocía, fue tanta mi impresión que en cuanto llegué a mi mesa de trabajo me puse a escribir un poema que titulé: “Elegía en pie de clamor y cólera”.

¿Siempre escribes en condiciones tan dramáticas?
A veces, impulsado por sentimientos y situaciones de índole colectiva. Y es que actualmente no hay tiempo para cerrar los párpados ni para ponerse a filosofar. Ser poeta proletario es pues asumir una actitud específica y bien diferenciada de otras manifestaciones literarias, digamos como cierto populismo de las capas medias que trata de sostener un mito o una leyenda de pasado e injertarlo con el presente para luego referirse sólo a su conflicto personal como quién pinta una tarjeta postal en que no falta el “tumi” o un camélido.

Entonces, ¿entiendes la palabra “populista” en el sentido folklórico y de comercial?
Ni más ni menos. Y cuyo término alcanza para designar todo lo vacuo e híbrido que tiende a desfigurar lo genuinamente característico y popular.

¿Y ha influido también en ti la línea de los hippies, de Ezra Pound, de T.S. Eliot, o de Allen Ginsberg por ejemplo, como en la generación del 60 y también en la del 70?
En mi caso creo que no. Y con esto no quiero decir que desconozca el valor de las obras de dichos poetas que expresan otras culturas, tendencias y realidades del panorama contemporáneo.

¿Y cuáles son las relaciones de un poeta proletario con el resto del mundillo intelectual de Lima?
Mira no soy de los que ejercen el sectarismo. Por más que hayan divergencias con los de la margen opuesta, los del PRIMERO DE MAYO tenemos la sensación de que nos comprenderemos con ellos un buen día.

* Esta entrevista se realizó en julio de 1983. Roland Forgues la publicó en: PALABRA VIVA: Hablan los poetas. Tomo II. PP. 97-105. Librería Studium ediciones, Lima 1988.