viernes, 25 de enero de 2013

Comentario de Libro


Víctor Mazzi Trujillo o la Poesía de Clase, Jesús Cabel - Víctor Mazzi Huaycucho, Editorial San Marcos, Lima, 2012, 93 pp.

         Este es un libro homenaje al poeta Víctor Mazzi Trujillo, que reúne una presentación firmada por Jesús Cabel y Víctor Mazzi Huaycucho; un artículo de Alejandro Romualdo sobre el poeta homenajeado (publicado en el número 94 de la revista Cultura Peruana, abril de 1956); un ensayo de Julio Carmona, Víctor Mazzi Trujillo: Creador, Defensor y Difusor de la Poesía proletaria (anteriormente publicado en este blog); y dos testimonios: uno de Artidoro Velapatiño, Víctor Mazzi y el Grupo Intelectual Primero de Mayo (de próxima publicación en este mismo blog); y otro de Segundo Cancino, Entre Nosotros Escribe su Poesía.

        Pero además, el libro trae una “antología mínima” de la poesía de Víctor Mazzi Trujillo, una bibliografía de y sobre su producción literaria y una reseña de las publicaciones del Grupo Intelectual Primero de Mayo.   

        Juiciosamente compuesto y pulcramente editado, el libro proporciona una idea cabal de la índole de la poesía de Víctor Mazzi, de su personalidad, de su lugar en la literatura proletaria peruana, de su obra como difusor y organizador de la literatura proletaria.

        Alejandro Romualdo anotó en su mencionado artículo: “Víctor Mazzi es, para la historia de la poesía peruana, el primer auténtico poeta proletario” (p.11). Lo de “auténtico poeta proletario” hay que entenderlo como una alusión al hecho de que Mazzi tenía una extracción obrera, y, al mismo tiempo, había asumido el marxismo como posición ideológica y política. Entonces, si bien César Vallejo es el fundador de la poesía proletaria en el Perú, Víctor Mazzi es uno de sus continuadores, pero con la nota singular de que salió de las entrañas de la clase obrera.

        En su ensayo, Julio Carmona señala: “… Mazzi le asigna a la poesía un carácter de trabajo, como forma de la producción de la que habla el marxismo. Mazzi, pues, no acepta que se reduzca a la poesía a un simple divertimento  de "especialistas", "poetisos" o "eruditos" (p.14). En efecto, la poesía de Mazzi aparece como la producción –la creación– de un trabajador que quiere expresar su digna condición de tal. Asimismo, Julio Carmona valora la labor de defensor y difusor de la literatura proletaria cumplida por Víctor Mazzi a lo largo de su vida, y muy especialmente desde la fundación del Grupo Intelectual Primero de Mayo.

           Por su parte, Artidoro Velapatiño testimonia la forma en que, sin aspavientos, Víctor Mazzi cumplía el papel de maestro entre los jóvenes escritores que se le acercaban, y, al mismo tiempo, ejercía, sin aspavientos también, el liderazgo en el Grupo Intelectual Primero de Mayo. Su casa era casi casi el local del Grupo, pero también un acogedor espacio para amigos y compañeros. Velapatiño confiesa, al final de su extenso testimonio: “He preferido hacer este testimonio sobre Víctor Mazzi Trujillo, de lo que significó para mí como persona, del entrañable e inolvidable amigo y maestro, y así, también, de los recuerdos del Grupo Intelectual Primero de Mayo…” (p.39).

          En su testimonio, Segundo Cancino deja esta constancia reveladora: “Conversador atento, inagotable, comprometido, lúcidamente convencido del poder de la palabra y del ruiseñor de Keats, hoy como ayer, "con debida compostura", aún me dice: "hola / qué tal /seguimos con los versos” (p.41).

        Jesús Cabel y Víctor Mazzi Huaycucho señalan en sus Palabras Previas: “La presencia de Víctor Mazzi Trujillo en la literatura peruana marca la insurgencia de una voz que emerge desde lo popular, y sigue un derrotero cultural muy propio y original de la clase obrera, cuyas contribuciones estéticas ya se conocían desde finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX. En su Poesía proletaria del Perú planteó una secuencia evolutiva del acto creador de la poesía, desde una perspectiva comprometida con los ideales de la clase obrera, arte poética de la cual proviene y se dirige a ella misma” (p.7). A estas justísimos conceptos, no es necesario agregar más.


                                                                               E.I.

Tomado de: creaciónheroica1928.blogspot.com

lunes, 12 de noviembre de 2012

VÍCTOR MAZZI Y EL GRUPO INTELECTUAL PRIMERO DE MAYO.

Víctor Mazzi Trujillo en su puesto de libros en la Universidad La Cantuta. 1975

VÍCTOR MAZZI Y EL GRUPO INTELECTUAL PRIMERO DE MAYO.

Artidoro Velapatiño


Conocí a Víctor Mazzi Trujillo, en 1966, cuando él vendía libros en un puesto ubicado en las escaleras que conducían al comedor de estudian¬tes de la Escuela Normal Superior, que después de una ardua lucha con huelgas y marchas, se convirtió en Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta.

Víctor vendía libros de política, ciencias sociales, pero sobre todo de literatura. En alguna de nuestras primeras conversaciones, me enteré que él era un famoso poeta obrero. Yo le mostré algunos de mis primeros poemas y él me animó a seguir escribiendo y me recomendó algunas lecturas. Muy pronto congeniamos, así llegué a saber de la existencia del Grupo Intelectual Primero de Mayo, del cual Víctor había sido fundador junto al poeta obrero Leoncio Bueno y otros intelectuales obreros como Eliseo García, José Guerra Peñaloza y Carlos Loayza.

Pronto me convertí en su asiduo visitante, donde se suscitaban amenas charlas sobre literatura, pintura, arte, política, pedagogía o de lo que sea, y donde concurrían estudiantes y docentes. Se sumaba a la conversación Ricardo Respaldiza1, era de aquellos maestros que prolongan su cátedra más allá de las aulas. También el novelista Oswaldo Reynoso, aunque no tuve la suerte de tenerlo entre mis maestros, porque yo soy de la especialidad de Matemática. Él fue uno de mis primeros lectores críticos y consejeros. A veces pasaban por ahí Juan Gonzalo Rose, Ricardo Dolorier Urbano; el profesor Rojas penas. Solían detenerse para charlar un rato Guillermo Deli y Luis Yañez2, Y como no, el Rector Juan José Vega, a quien mis compañeros de promoción de la especialidad de Historia lo recuerdan con cariño y agradecimiento. En fin gente de alguna trascendencia, si no caía por ahí, al menos resbalaba.

Cuando tenía algún tiempo en las noches lo iba a visitar a su casa en Chosica, (¡hermosa casa!, con sus árboles de palta mexicana, eucaliptos y carrizales) ubicada a orillas del río Rímac. Un largo callejón conducía a la casa del poeta. Allí conocí a doña Justina Huaycuchi, esposa de Víctor, querendona y bondadosa como ninguna, pero trabajadora y firme en sus decisiones y a sus seis hijos.

Enero de 1974, en el puente colgante de Chsoica. Alberto Andía, Carlos "el marques de Oliveira",
Víctor Mazzi Trujillo, Eduardo Ibarra y Artidoro Velapatiño.
Víctor tenía en su sala una pequeña mesa se trabajo, con su máquina de escribir Remington, un viejo sillón y un famoso sofá donde pernocté infinitas veces. Había también un tocadiscos y por allí estaban algunos libros y una ruma de discos de 45 y 33 r. p.m. y también viejos discos de 78 r.p.m. que se ejecutaban en una vieja victrola.

Víctor escribía sus poemas a mano con lápiz o con una pluma metálica mojando en un tintero. Cuando usaba su vieja máquina de escribir, lo hacía usando un sólo dedo: el índice de la mano derecha. Había adquirido cierta habilidad con esa extraña manera de escribir y lo hacía a una velocidad notable.

Yo a veces le llevaba mis poemas para recibir su crítica que era severa, aunque sin la rigurosidad de Segundo Cancino, porque a veces era condescendiente conmigo, porque tenía fe en que mejoraría. Con otros jóvenes era implacable.

Nuestras conversaciones eran largas. Él me contaba su niñez y sus experiencias como obrero, siempre con el fondo musical de jazz, tango, música clásica o folklore. A veces me leía poemas de Hesíodo, Luis Cernuda, Nazim Hikmet, Elvio Romero, Carlos Oquendo de Amat y luego comentábamos. A veces me acompañaba David Valenzuela. Muchas veces teníamos que culminar la conversación, porque tenía que volver a la residencia estudiantil de la Universidad La Cantuta.

Durante esa época, La Cantuta vivía una brillante etapa, con excelentes profesores en todas las especialidades. Al menos en Matemática teníamos a Roberto Velásquez, que no solo era connotado matemático, sino lector de Omar Khayyam, de Buda, Albert Camus, Marcel Proust y conocedor de las Ciencias Sociales. Nicanor Cáceres Lozano, Alberto Cáceres, Carlos Cabrera Gen, Olinda Zúñiga, Gloría Sánchez y como profesores visitantes a César Carranza Saravia (reformador de la enseñanza de la matemática), José Tola Pasquel, Francisco Miro Quesada Cantuarias (quien nos dio las bases de la lógica matemática). Y en letras ni qué decir, estaban Oswaldo Reynoso, Washington Delgado, Juan Gonzalo Rose, Ricardo Dolorier, Luis Yáñez, Octavio Rojas, Guillermo Daly. Antes estuvieron: Luis Jaime Cisneros, José María Arguedas, Manuel Moreno Jimeno, Alejandro Romualdo, Francisco Carrillo y Javier Sologuren.

Indefectiblemente había un ciclo de cine club todos los martes, a veces Víctor se quedaba a ver las películas y compartíamos nuestros criterios. Ahí tuvimos ocasión de ver los clásicos rusos: Pasaron las grullas, El sol sale para todos, El tercer tiempo, Hamlet, La balada del soldado, La carta que no se envió. El neorrealismo italiano; Ladrón de bicicletas, Roma ciudad abierta, Rocco y sus hermanos, La dolce vita, Dos Mujeres. El free cinema con películas como: El sirviente, El llanto del ídolo, Eva. La nueva ola francesa; La gran ilusión, Puerto de lilas, Muelle de brumas. El cine clásico norteamericano; Scarface, La diligencia, Un rostro en la muchedumbre, Nido de ratas. El Acorazado Potemkin no se pudo ver, estuvo prohibido por la censura del gobierno de Fernando Belaúnde.Morir en Madrid también estaba prohibido debido a la fuerte influencia de Francisco Franco en Perú3.

Me hice muy amigo de Egúzquiza, muchas veces le ayudaba a proyectar las películas los días martes. Muchos años después, pude evocar estas escenas con ocasión de ver Cinema Paradiso. Los últimos semestres de mi permanencia en la Universidad La Cantuta llevé como curso de actividad: Apreciación de Cine, teniendo como profesores a ALAT (Seudónimo de Alfonso La Torre) y Hugo Bravo.

También habían conferencias de toda índole: allí tuvimos ocasión de escuchar a Víctor Andrés Belaúnde, Mario Villarán, Héctor Cornejo Chávez, José María Arguedas, Luis Guillermo Lumbreras, Luis Millones Santa Gadea y otros importantes intelectuales. Eran celebres las polémicas entre Luis Lumbreras, Luis Millones con Juan José Vega.

Los días jueves eran muy especiales porque se realizaban recitales de poesía donde participaban César Calvo, Alejandro Romualdo, Reynaldo Naranjo, Mario Florián, Gustavo Valcárcel, Javier Sologuren, Arturo Corcuera, Washington Delgado, Francisco Bendezú, Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, Juan Cristóbal, Marco Martos, Luis Hernández y muchos otros que no recuerdo. También participaban Víctor Mazzi, Leoncio Bueno, José Gutiérrez del Grupo Intelectual Primero de Mayo.

A mediados de 1967, junto a Eduardo Ibarra, Magno Dueñas, Teodoro Stucchi, Oswaldo Pacheco pasamos a engrosar las filas del Grupo Intelectual Primero de Mayo, donde estaban activos aparte de Víctor, Leoncio Bueno, Jesús Ángel García, Víctor Ladera, Carlos Olivera el «Marqués de Oliveira», José Gutiérrez (Sergio Tea), Gladys Basagoitia, Miguel Carrillo, Jorge Bacacorzo, entre otros.

Chosica, 1974. Víctor Mazzi T. Eduardo Ibarra e hijo y Carlos Oliveira.
Archivo familiar VMT.
Eduardo Ibarra, además de buen poeta (dominaba los poemas breves), estaba muy influenciado por Pablo Neruda en sus inicios, es un gran polemista y era uno de los ideólogos del GIPM y encargado de defender nuestra posición en algunas polémicas con los de Hora Zero y otros grupos que por entonces existían. Teníamos gustos e inquietudes coincidentes y además era uno de los pocos que le gustaban la ironía y el humor. Al principio no le gustaba mucho el jazz y cada vez que Víctor ponía algo de jazz en su tocadisco le decía: «Víctor jazz tas jodiendo». Después se convirtió en un fanático coleccionista de este género musical.

Magno Dueñas, aunque escribía versos y llegó a publicar en el GIPM, era sobre todo un buen tenor y siempre le solicitábamos que cante Granada, o Torna a Sorrento. Participaba bastante en los recitales.

Teodoro Stucchi, entrañable poeta y ensayista, albañil, vivía en una humilde habitación de la Parada junto a sus libros y su máquina de escribir. A él le dediqué el poema Del albañil y su badilejo que pone albas las paredes. Era callado y reservado. Congeniamos mucho.

Oswaldo Pacheco, muy buen cuentista de ciencia ficción, era un asiduo concurrente a las reuniones del GIPM y muchas veces nos enfrascábamos en largas discusiones sobre teoría literaria y política. Nunca fue sectario en sus opiniones políticas.

Leoncio Bueno, junto a Víctor uno de los más destacados poetas obreros fundadores del GIPM, gran conversador y muy noble en su trato. Creo que es una de las grandes voces del GIPM. En su taller de mecánica automotriz El Tungar (recuérdese su poemario Al pie del Tungar) ubicado en Breña, nos reuníamos los sábados a las 4 p.m., reuniones que se prolongaban hasta muy entrada la noche. Allí los miembros del GIPM daban lectura de sus creaciones en poesía, cuento y ensayo y eran sometidos a una feroz crítica donde Víctor y Leoncio, eran los supremos jueces. A veces concurría Spencer O’Connor (intelectual inglés radicado en Chosica) que era el más despiadado crítico y despotricaba contra la abundancia de poetas jóvenes en el Perú4. Las reuniones en El Tungar eran acompañadas de enormes tazas de té con canela y clavo de olor y panes con poesía (pan francés de doble dimensión cortado en dos pero sin nada dentro). En estas reuniones Víctor daba rienda suelta a sus amplios conocimientos de literatura proletaria, matizadas por Leoncio que era otro gran conocedor, muchos de los asistentes aprendieron ahí más de literatura y arte en general que en las aulas universitarias. Leoncio además era y es un magnífico cocinero. Muchos años después, aquí en Tacna en 1980 me volví a encontrar con Leoncio, nos saludamos efusivamente y conversamos, larga y tendidamente. Lástima que él ya no estaba en el GIPM (es un decir, porque nunca dejó ni puede dejar de ser un auténtico y gran poeta obrero) por absurdas controversias que no vale la pena recordar.

Jesús Ángel García, poeta que poseía una prodigiosa memoria porque declamaba largos poemas suyos en los recitales sin papel. Él decía que no sabía escribir y dictaba sus poemas a sus hijos. (Aunque, Víctor confidencialmente me dijo, que eso no era cierto, que si sabía escribir y leer). Excelente amigo y gran preparador de cócteles y tragos. Todos recordábamos su extenso poema que empezaba y terminaba con: «Nadie sabe lo que es ponerse /el cuerpo todos los días.»

Víctor Ladera, también fundador, poeta, gran viajero estuvo en Europa y Cuba, siempre laborando como obrero y sin dejar de escribir. Debatía bastante con Víctor sobre cuestiones doctrinales. Tuve ocasión de presentar un poemario suyo, al concurso convocado por la ACUNI en 1968 y algunos años después me hizo conocer su casa y a su esposa e hijo en Ñaña (Chaclacayo). Era también un conversador muy ameno.

Carlos Olivera, el «Marqués de Oliveira», abogado y excelente cuentista, gran bebedor y célebre por sus aventuras después de memorables trancas. Una vez se puso a andar sobre los techos del barrio El Pedregal (Chosica) y cayó en una casa, encima de una pareja en su tálamo nupcial, armándose un escándalo de la gran flauta. Otra vez en la puerta del célebre bar El Palermo se puso a danzar sobre el techo de los automóviles estacionados frente al bar. Tuvo que intervenir la policía. Una vez se nos escapó en la puerta de El Palermo y aunque lo buscamos hasta el amanecer no pudimos encontrarlo. Teodoro Stucchi lo rescató al día siguiente en La Parada sin saco ni zapatos. Era un tipo inteligente, gran fabulador de historias y proyectos muy ingeniosos, que rara vez los trasladaba al papel.

Con José Gutiérrez me unía además del GIPM, una gran amistad, coincidíamos en muchos aspectos. Además de las clásicas reuniones en la casa de Víctor y en El Tungar nos reuníamos en Lima, junto al intelectual y pintor Maya, radicado en Argentina, y juntos planificamos una obra teatral donde los personajes de los comics se escapan y actúan por si solos. Fue un interesante ensayo aunque no se llegó a plasmar. Eran más interesantes las discusiones que el mismo proyecto en sí. El firmaba en el GIPM como Sergio Tea; acudía a las reuniones junto a su novia y después esposa Sonia Araujo, notable pintora y escultora.

Gladys Basagoitia, poeta e intelectual, radicada en Italia, fue una de las primeras integrantes femeninas en el GIPM, Víctor me la presentó por los años 70 y conocía su poesía por las publicaciones del GIPM. Muchos años después, - el 2008-, nos volvimos a encontrar aquí en Tacna, ella ya anciana leyó sus poemas en el Zeit. Tuvimos un encuentro muy efusivo recordando al GIPM.

Miguel Carrillo, notable poeta y periodista, gran conversador y animador del GIPM, vivía cerca a El Tungar, y a veces, las reuniones sabatinas eran en su casa, complementadas por chifas y tallarinadas que compensaban el pan con poesía. En todos los recitales que él participaba, el público clamaba: ¡Currículum! ¡Currículum!, su más celebre poema (Léanlo, está en la Antología de poesía proletaria, prologada y preparada por Víctor Mazzi y presentada por Paco Carrillo).

A Jorge Bacacorzo, lo recuerdo poco, porque muy raras veces acudía a las reuniones del GIPM. Alguna vez acompañé a Víctor a visitarlo en su casa. Conozco su notable producción y sé por Víctor su participación en las heroicas jornadas de Arequipa, que está testimoniada en su poemario Las eras de junio.

1967 fue un año muy trascendente en muchos acontecimientos: La conversión de la Escuela Normal Superior Enrique Guzmán y Valle, en Universidad Nacional de Educación. La muerte del Che Guevara el ocho de octubre, la guerra del Vietnam. Por supuesto, lo más notable fue la heroica desaparición de Ernesto Guevara. En La Cantuta se realizaba un congreso estudiantil de la Federación de Estudiantes del Perú. Se hizo un alto para rendirle homenaje. El GIPM estaba invitado para participar en el recital, como actividad cultural del evento. El pintor huantino Lama, estudiante de La Cantuta en aquel entonces, pintó un gigantesco mural del Che. Ese año participamos en muchos recitales y actividades culturales.

En 1968 ya graduado como profesor de Matemática, empecé a trabajar en el Colegio Nacional Víctor Andrés Belaunde, ubicado en Santa Catalina, La Victoria. Por supuesto, que no dejé de visitar a Víctor casi todos los sábados para pasar el fin de semana en su casa. Ya no tenía las limitaciones de cuando era estudiante de La Cantuta. Ahí conocí más a Víctor y a su familia y a los demás integrantes del GIPM que lo visitaban los sábados: Eduardo Ibarra, José Gutiérrez, Oswaldo Pacheco, el marqués de Oliveira, David Valenzuela que caía algunas veces, Víctor Ladera, algunas veces llegaban Leoncio Bueno y el compositor Manuel Acosta Ojeda y Ana María Béjar.

Es la época en que conocí más a fondo la creación literaria de Víctor y a través de él a Nazim Hikmet, a Federico García Lorca (cuya poesía escuchábamos a través del gran Jorge Mistral, en especial el Romancero Gitano y el célebre Llanto por Ignacio Sánchez Mejía, quizá una de sus inmortales elegías junto a las Coplas de Manrique y la Elegía a Ramón Sijé), a Miguel Hernández y al entrañable poeta paraguayo, Elvio Romero (amigo personal de Víctor y célebre biógrafo de Miguel Hernández), a Luis Cernuda, a Luis de Góngora, al abuelo instantáneo de los dinamiteros (Vallejo dixit) Francisco de Quevedo, a Sor Inés de la Cruz, a Hesíodo, a Antonio Machado, a Juan Gelman, a Vicente Aleixandre, entre otros muchos. Víctor además de leer con emoción y énfasis matizaba las conversaciones con innumerables anécdotas y respondía a nuestras acuciosas preguntas. Tenía una información bárbara, no sólo sobre literatura proletaria, nos hablaba con la misma desenvoltura de Walt Withman, T.S. Eliot, Ezra Pound, John Keats, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud y Bertold Brecht (a quien ya leía desde la Academia Preuniversitaria de la Federación de Estudiantes de la UNSCH). Y por supuesto, cada lectura y conversación escuchando jazz. Ahí estaban: Bix Beiderbecke y su inmortal corneta, Louis Armstrong y su trompeta con voz ronca y rasposa, Billie Holiday con su voz dulce y débil pero potenciada por la magia del micrófono, Bessie Smith la más grande cantante del Blues, Duke Ellington genial creador y director de orquesta donde cada integrante es a su vez estrella, el inmortal y genial renovador Charlie «Bird» Parker y su saxo alto, -para quien el entrañable Julio Cortázar escribió El perseguidor (su biografía) y el gran Clint Eastwood lo eternizó con su filme Bird-; las celebres cascadas pianísticas de Erroll Garner. El saxo tenor de Coleman Hawkins, Lester Young, Stan Getz (mi favorito) y un largo etc, etc, etc. En guitarra Charlie Christian, el gitano Django Reinhardt, Wes Montgomery, entre otros. Nat King Cole en su fase jazzística, no cuando se convirtió en comercial y populista. Mención aparte merece el gran trompetista Miles Davis y su canto, silente y de protesta, innovador del jazz y del rock, el primero en fusionar ambas vertientes con talento y creatividad, a quien Víctor le dedicó varios poemas. También traté de homenajearlo en Orfeo, después de los infiernos. Todo lo que sé de jazz lo aprendí de Víctor.

Pero no sólo era jazz lo que escuchábamos, también era el tango5, del cual Víctor tenía una envidiable colección, especialmente de Aníbal Troilo, Carlitos Gardel, Libertad Lamarque, la entrañable Tita Merello y sobre todo Julio Sosa. Yo soy hincha del Tango desde la primaria, porque en las radiolas serranas nunca faltaban tangos y música mejicana. Y también era folklore latinoamericano, especialmente argentino. Pero sobre esto, mis conocimientos iban casi a la par con los de Víctor, porque también yo desde estudiante de secundaria me había gustado mucho todo lo referente a folklore y había coleccionado folklore peruano en primer lugar, mejicano y argentino, especialmente Atahualpa Yupanqui y los Chalchaleros. Pero con Víctor pude conocer también folklore colombiano, chileno, venezolano y paraguayo. A través de él pude conocer a nuevas figuras del folklore argentino como Carlos Di Fulvio, Los Cantores de Quilla Huasi, los Fronterizos, Julia Elena Dávalos, los Hermanos Dávalos, entre otros muchos.

Lima 1968. Víctor Mazzi T. y Artidoro Velapatiño durante un recital poético.
En abril de este mismo año, recuerdo un importante evento en la casa huerta de Víctor: organizamos un almuerzo con tarjeta de invitación y aportación de solidaridad, al que asistieron Juan José Vega (Rector de la Cantuta), Álvaro Villavicencio, Oswaldo Reynoso, Francisco «Paco» Carrillo, las secretarias de J.J. Vega, Martín Oré (Presidente de la Federación de Estudiantes de La Cantuta) David Valenzuela y otros más que no recuerdo. Entre los miembros del GIPM, Víctor, como anfitrión junto a su esposa Justina, Leoncio Bueno, Eduardo Ibarra, Jesús Ángel García, Magno Dueñas, José Gutiérrez, Teodoro Stucchi, Oswaldo Pacheco, Víctor Ladera y el Marqués de Oliveira quien en realidad fue el verdadero organizador del evento, porque el motivo central de aquel almuerzo fue rendir homenaje a César Vallejo a través de un monumento que ese mismo día construimos, colocando una piedra negra de regular tamaño sobre una enorme piedra blanca (fue idea del Marqués) en el centro del huerto de Víctor a orillas del río Rímac. El objetivo era publicar una plaqueta. En el evento, Leoncio Bueno se encargó de cocinar un exquisito espesado de choclo con guitarra frita, un arroz con pato excelente y una frejolada inolvidable y por supuesto chicha de jora norteña, previo aperitivo de pisco, naranja y huevos que fue elaborado por el especialista: Jesús Ángel García. Fue una reunión muy amena llena de poesía, música y prolongada conversación.

Fue en este año que la Asociación de Centros Federados de la UNI (ACUNI) organizó un concurso para obreros de Poesía y Ensayo, donde tres miembros del GIPM acapararon los premios: En Poesía: 1º puesto Víctor Mazzi, 2º puesto Eduardo Ibarra. En Ensayo: 1º puesto Víctor Mazzi, 2º puesto Teodoro Stucchi. Según el jurado, en poesía no hubo discusión: fue por unanimidad, pero en ensayo hubo algo de discusión: es indiscutible que el ensayo de Víctor Mazzi sobre literatura proletaria era una pieza maestra en erudición y manejo del lenguaje (y eso que Víctor sólo estudió hasta el tercero de primaria); mientras que el ensayo de Teodoro Stucchi sobre el papel de los intelectuales en las luchas proletarias era en opinión de Luis Lumbreras (uno de los jurados) una magnifica muestra de intuición literaria y política, hecha, como se dice a «puño limpio», sin mucha erudición, pero con mucho sentimiento. Para nosotros, en el GIPM eso era secundario; lo importante fue el triunfo absoluto del grupo. Como consecuencia de este acontecimiento nos invitaron a muchos recitales: en la misma UNI, en la Universidad de San Marcos, Agraria, La Cantuta y también en Barranco, en el famoso Puente de los Suspiros, invitados por Catalina Recabarren y Melba Luna.

Ese año vino de visita al Perú Gabriel García Márquez, quien acababa de publicar Cien años de soledad. Por esta memorable ocasión hubo un cóctel de recepción de los escritores peruanos y Víctor fue invitado como representante del GIPM. Entre el marqués de Oliveira y Leoncio Bueno tramaron y acordaron vestir a Víctor con frac y corbata michi a la cena. Alquilaron el traje adecuado y lo enviaron en taxi. El caso es que todo los asistentes a la cena fueron vestidos de sport, -Gabo incluido-, solamente el representante de la literatura proletaria estaba vestido como para recepcionar a quien en 1982 ganaría el premio Nobel de Literatura.

En octubre se realizó un congreso de todos los miembros del GIPM, para renovar la Junta Directiva, actualizar los estatutos y ratificar el manifiesto de fundación del GIPM. Recuerdo que asistieron Víctor Mazzi, Leoncio Bueno, Jesús Ángel García, Eduardo Ibarra, José Gutiérrez, Carlos Loayza, Luis Cohaila, Gladis Basagoitia, Víctor Ladera, el marqués de Oliveira, Oswaldo Pacheco, Manuel Acosta Ojeda y algunos otros que ya no recuerdo. Se discutió bastante, hubo momentos tensos, porque aparecieron las primeras manifestaciones de un cisma que vendría poco después. Aunque se terminó el evento superando las discrepancias, se ratificó el acta de fundación y se hicieron algunas modificaciones a los estatutos. Al final se eligió la Junta Directiva presidida por Víctor Mazzi e integrada por Leoncio Bueno, Eduardo Ibarra, Carlos Olivera y quien escribe esto. Lo que recuerdo bien es el juramento que hizo Víctor a la flamante junta directiva: ¿Juráis por los sagrados intereses del proletariado cumplir la misión que este magno congreso os ha encargado? Respondimos a coro un enérgico: ¡Si Juro! y Víctor prosiguió: Si así lo hicierais, el GIPM y el proletariado os premiarán, en caso contrario ¡os ajusticiaremos! Quedamos pasmados ante tal amenaza. Y Víctor, como lo confesó después no había reparado en lo que dijo. Pero este evento trajo como consecuencia el alejamiento definitivo de Leoncio Bueno, Jesús Ángel García, Miguel Carrillo y otros.

Las reuniones que antes realizábamos en El Tungar, fueron trasladadas a los días miércoles en la noche, en el mítico bar El Palermo en la avenida La Colmena. A estas reuniones asistían Víctor Mazzi como Secretario General, Eduardo Ibarra, Oswaldo Pacheco, Víctor Ladera, José Gutiérrez, Magno Dueñas, Luis Cohaila, Carlos Oliveira. Eran frecuentes los encuentros con Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez, Cesáreo Martínez, algunos integrantes de Hora Zero como Jorge Pimentel, Manuel Morales; Enrique Verástegui. A veces caían Juan Gonzalo Rose, Eleodoro Vargas Vicuña con su característico ¡Viva la vida carajo! Una noche nos preguntó quien era a nuestro parecer el mayor literato peruano a cada uno de nosotros y cada uno respondió según su parecer y al final él nos dijo que el mejor literato peruano y del mundo era ¡Eleodoro Vargas Vicuña!

Durante ese año tratamos de publicar la revista Columna de Luz, que iba a ser un homenaje al Che Guevara en el primer aniversario de su sacrificio, pero por una serie de contratiempos no permitió que cumplamos dicho objetivo. Recién al año siguiente pudimos publicar este cuaderno del GIPM.

Cuando nos invitaban a recitales en San Marcos, la UNI o la Agraria, siempre terminábamos en El Palermo. A veces del Palermo íbamos a Radio Agricultura donde Manuel Acosta Ojeda tenía un programa cultural de 4 a 5 a.m. auspiciado por un infame pisco MASH donde leíamos poemas, previa una corta entrevista de Manuel. Por el crudo invierno limeño teníamos que beber el bendito pisco Mash, que creo costaba cuatro soles la botella, pero por el auspicio nos salía gratis.

A Víctor también le gustaba jugar el popular juego de dados crap, popularmente llamado «cachito». Una de esas tantas noches en presencia de Ibarra, Pacheco y el marqués de Oliveira nos enfrascamos en una partida de cachito, con fondo musical de puro jazz y con un cañazo muy fino (contribución del marqués). Ahí Víctor nos enseñó sesenta y tres variedades del cachito que nos llevó hasta las seis am del domingo.

Una noche, creo era enero o febrero, cuando estábamos en una de las acostumbradas veladas literarias en la salita de la casa de Víctor sazonadas con un buen pisco, el ambiente en pocos minutos se inundó de agua turbia a gran velocidad y cada vez más turbulenta: era una de las crecidas del río Rímac. Todos los presentes, más los hijos de Víctor, empezamos a trasladar los libros y discos de Víctor al cuarto de Gilberto, hermano menor de Víctor, mientras doña Justina con justa razón reclamaba que rescatáramos primero cosas más útiles para la sobrevivencia. Al fin, al cabo de un par de horas, la inundación amenguó. Y la velada prosiguió en la habitación de Gilberto.

También este año ingresó al grupo la poeta chiclayana Beatriz Moreno, que ya tenía publicado su poemario Palabras para Hablarles. Nos acompañó en muchos recitales y actividades del GIPM. Estuvo con nosotros hasta inicios del año 1972. Después desapareció como vino, silenciosamente.

Paralelamente en Chosica también desarrollamos una intensa actividad cultural, especialmente los días sábados por la noche. En alguna de estas actividades, Víctor me programó para hablar de la actividad cultural en el Sindicato de Obreros de la fábrica de calzado Bata Rímac. Cuando le pregunté a Víctor que es lo debía exponer, él me aconsejó que hablara de cuestiones generales y calculó que vendrían de quince a veinte obreros, que a lo más duraría unos veinte minutos y no creía que harían demasiadas preguntas. Pero grande fue nuestra sorpresa, porque vinieron unos ochenta obreros que estaban muy informados sobre cultura sindical, habían leído a José Carlos Mariátegui, Manuel Gonzáles Prada, Antonio Gramsci y en literatura Máximo Gorki, Vasco Pratolini, Fedor Dostoievski, Antón Chejov, José María Arguedas, Julián Huanay, entre otros. La actividad programada de siete a ocho de la noche, se prolongó hasta casi las once. Víctor tuvo que auxiliarme ante las interminables preguntas e intervenciones. Donde pude defenderme bien era en lo referente a folklore, música social y de protesta y en los aspectos de educación. Una vez concluida la actividad bebimos cocteles y cervezas y seguimos conversando hasta las tres de la mañana. Fue una gran lección para mí y aún Víctor dijo que quedó sorprendido del grado de conocimientos de los obreros del Sindicato Bata Rímac.

1970 fue importante para el grupo, porque ingresan al GIPM gente valiosa como el poeta piurano Alberto Alarcón, excelente decimista con un estilo muy propio, Julio Carmona poeta de gran brío y excelente declamador. Fue un buen refuerzo para el GIPM, después que se habían apartado por voluntad propia gente muy valiosa. Al mismo tiempo también ingresaron jóvenes estudiantes como Néstor Espinoza, Joaquín de los Santos, Donald Jaimes, Pablo Vega, Hernán Parra, Raúl Soto. Con el aporte de estos nuevos integrantes realizamos muchas actividades en Chosica y en Lima comandados siempre por Víctor. Las reuniones en El Palermo se hicieron más intensas y discutíamos ampliamente. También los sábados en la casa de Víctor en Chosica. Estos nuevos integrantes eran sus asiduos visitantes.

Entre los años 1970 a 1972 había bastante actividad cultural en La Cantuta, impulsadas por el Rector Juan José Vega y una excelente plana de docentes. Yo visitaba con frecuencia mi universidad y me encontraba con los nuevos integrantes del GIPM y programábamos recitales, fórums, conferencias que estaban a cargo de Víctor, Julio Carmona y Eduardo Ibarra. Y se armaban polémicas, pero de ideas, sin las batallas campales que más tarde aparecieron, por la nefasta presencia de sectas partidarias y empezó la debacle de La Cantuta.

El último año que permanecí en Lima fue en 1973, en agosto vine a residir a Tacna por razones de trabajo, sin saber que me quedaría a radicar hasta hoy en día. A insistencia de Víctor y el decidido apoyo de Pablo Vega (quien fue mi editor), Donald Jaimes y Joaquín de los Santos, publiqué mi segundo poemario, cuyo prólogo lo hizo con generosidad Marco Martos. La presentación del libro fue en el SAYCOPE, gracias a Manuel Acosta Ojeda, quien era secretario general. En la actividad hablaron Manuel Acosta, a nombre de la institución, Marco Martos presentó oficialmente el libro y Víctor Mazzi a nombre del GIPM.

Durante la fase de final encuadernación y colado del libro nos sobraron algunos cartones y papel. Con Donald Jaimes y Joaquín de los Santos preparamos un manuscrito fraguando un viejo códice del siglo XVI e improvisamos un cantar de gesta en castellano antiguo, que decía: «Homenaje a las fazañas del Caballero Andante Don Victor Maese Troxillo, desde su nacimiento en Apata (Junín) hasta el nacimiento se su sexto hijo Federixo, el mochacho de la sonaja roxa sobersiva», y se lo entregamos. Víctor festejó la broma con su risa estereofónica de siempre. También entre estos integrantes y Pablo Vega le propusimos a Víctor publicar una antología de su obra poética que recogiera lo mejor de su creación. La antología debía llevar el nombre Salvajismo, Barbarie y Civilización porque pretendía ser un juicio crítico de su obra con justamente tres secciones. En Salvajismo iban a ir sus primeros poemas de Guirnalda de canciones a Chosica. En Barbarie iban ir sus poemas casi panfletarios como aquel que empezaba con: Rosa camarada mía, / te entrego la luz de mi canción…, y en Civilización irían sus poemas de madurez, donde el lirismo alcanza su más alta impresión como el poema en homenaje a Jiri Wölker: Jiri Wolker/las jarcias en altamar /las gaviotas en el muelle/y tu canto/que asiste en el rompeolas/de nuestra clase obrera…, iba a ser prologado por Francisco «Paco» Carrillo. Víctor compartía nuestro divertimento y él mismo sugería el destino de sus poemas para determinada sección.

Como dije, en agosto de este año vine a trabajar a Tacna por el INEDE y el PRONAMEC, para capacitar los profesores de primaria y secundaria en Matemática, dentro del programa de reforma educativa del gobierno de Velasco. Víctor me recomendó buscar a Livio Gómez, quien ya residía en Tacna desde 1977 traje algunas publicaciones para entregárselas. Livio me recibió muy bien y a los tres o cuatro días hizo un comentario sobre el GIPM y mi persona, recordando la trascendencia de Víctor Mazzi y Leoncio Bueno a quienes Livio conocía muy bien.

Cuzco 1974. Durante la filmación de Allpa kallca. Víctor Mazzi T., Juan Santos,
Bernardo Arias (Director de la pelicula) y Guillermo Campos.
Con Víctor seguí comunicándome mediante cartas y cuando iba a Lima, una de las primeras cosas que hacía era visitarlo y preguntarle por las novedades del GIPM, que ahora tenía nuevos componentes y tenían bastante actividad como viajes a Huancayo, Jauja, Trujillo, Talara, Chiclayo y Cusco. Recuerdo que entre los años 1974 y 1975 hubo un congreso en Huancayo donde el GIPM tuvo descollante actuación a través de Víctor Mazzi, Eduardo Ibarra, Julio Carmona y Alberto Alarcón.

En 1974 Víctor me notició que estaba participando en un alucinante proyecto como actor de la película Allpa Kallpa (La Fuerza de la Tierra), que trataba sobre las luchas del campesinado del Cuzco por su reivindicación y denunciar los rezagos del gamonalismo, con el cómico Tulio Loza entre los protagonistas. Las escenas más importantes se filmaron en Huasao. Incluso me dijo que para mi había conseguido un papel: el de opa que entre los campesinos, opa es un ser disminuido, pero escogido por Dios. El proyecto empezó a concretarse bien, contaban con la participación de destacados actores, entre ellos si mal no recuerdo estaba Delfina Paredes, Hudson Valdivia, Zully Azurín. A Víctor le pagaron los pasajes por avión y lo alojaron en un buen hotel. Pero ya desde el principio empezaron los problemas, no se cumplió con las condiciones de contrato, se cambiaron los guiones, entraron como actores gente de la farándula como Cuchita Salazar, Guillermo Campos, Gladys Arista. Víctor se desvinculó del proyecto y junto a otros actores retornó a Lima totalmente disgustado. Total algo que iba a ser un interesante filme dramático—social se convirtió en un drama—comedia desdibujando su original intención de denuncia social. Al fin le adicionaron escenas de marinera y otras por el estilo. Las escenas donde Víctor participaba por supuesto quedaron totalmente eliminadas. Así finalizó esta breve incursión de Víctor en el cine nacional.

Por esos tiempos Víctor seguía con su puesto de venta de libros cerca del comedor universitario de La Cantuta. Estuvo allí hasta febrero de 1977, año de la intervención militar a La Cantuta. Víctor perdió su trabajo y muchos libros. En 1976 Víctor publicó el importante libro Poesía Proletaria del Perú (1930—1976), que es una antología con un estudio y notas y comentada por Paco Carrillo.

En abril de 1978 gracias al auspicio y decidido apoyo del poeta Segundo Cancino publicamos el poemario de Víctor, Memorial de un tiempo a otro dentro de la colección Mojinete de poesía. También ese mismo año Víctor y yo codirigimos el único número de la revista literaria Canto y Seña, siempre con el apoyo de Segundo Cancino.

Este mismo año, la Universidad Nacional Jorge Basadre trajo a Tacna a Víctor Mazzi y Julio Carmona para dar charlas y recitales. Fue grato encontrarnos con dos de mis compañeros del GIPM después de varios años de actividad conjunta en Lima y Chosica. Aquí había mucho interés de conocerlos tanto por los poetas tacneños como los estudiantes de lengua y literatura de la UNJBG. Después de haber compartido actividades con Víctor y con Julio, en la noche ya en mi cuarto, les pude hacer escuchar los discos de Jacques Loussier Trio que es un combo de piano, contrabajo y batería especialista en Johann Sebastián Bach transportado al jazz. A ambos les gustó mucho porque no lo conocían. También tuvieron oportunidad de conocer la campiña tacneña y en ella el vino tinto y la comida típica tacneña y las célebres cantinas como el famoso Chancho Azul, El Porvenir, El Criollito, el Balalaika, entre otros.

Entre los años 1979 y 1982 sólo pude comunicarme con Víctor a través de la correspondencia. Por él sé que el GIPM, con sus nuevos integrantes, desarrolló intensa labor con participación en recitales, charlas, congresos y diversos eventos en Lima, Huancayo, Trujillo, Cusco, Piura.

Entre los años 1983 y 1985 residí nuevamente en Lima, con ocasión de estudiar una maestría de Matemática en la PUCP. Volví a visitarlo en Chosica los sábados por la noche, tal como en antaño lo hacía y nuevamente compartimos poesía y música (sobre todo jazz) en veladas inolvidables. Tuve oportunidad de conocer a nuevos integrantes y algunos viejos integrantes del GIPM que lo visitaban.

En una de estas visitas no encontré su casa. ¿Qué había pasado? Su casa había sido totalmente arrasada por una de las temidas crecidas del río Rímac y estaba entre los damnificados que perdieron sus viviendas y gracias a su prestigio de buen vecino, al menos le dieron una habitación con techo y puertas en el Coliseo de Chosica que habían habilitado para la emergencia. A otros vecinos les dieron carpas. Pese a la estrechez de su nueva residencia Víctor nos recibía con el mismo cariño de siempre. Por esa misma época fue incorporado a tiempo completo en el proyecto de investigación La generación del 50 en la Literatura peruana del siglo XX con Miguel Gutiérrez como gestor y coordinador del mencionado proyecto, la integraban los poetas Carmen Ollé, Félix Huamán Cabrera, Manuel Velásquez Rojas y otros docentes de la UNE.

Por esos años, junto a Raúl Soto, puso un nuevo puesto de libros en la sexta cuadra de la avenida Camaná en Lima. Fue el nuevo lugar de encuentro para conversar y recordar los viejos tiempos. Lo visitaban poetas, narradores, estudiantes. Allí tuve oportunidad de conocer al gran Víctor Humareda a quien Víctor me presentó. En esa primera ocasión que lo vi, Humareda al curiosear los libros que Víctor vendía, encontró un viejo ejemplar de Poemas Humanos y dijo: ¡Vallejo no me gusta porque es muy llorón! Al requerirle qué poetas le gustaban manifestó que Baudelaire, Rimbaud, Whitman, que celebraban la vida. Ya después lo visitamos con Víctor y otros miembros del GIPM en su casa taller en la ya mítica habitación 283 del Hotel Lima, en La Parada, donde destacaban retratos y dibujos de su musa Marilyn Monroe. Siempre íbamos por lo menos de a tres, porque era una zona peligrosa. Por allí cerca vivía también nuestro amigo Teodoro Stucchi, miembro del GIPM. Curiosamente constaté la falsedad de quienes, sin conocer al extraordinario pintor, difundieron el mito de su alcoholismo: Humareda no tomaba alcohol, era adicto al café con leche.

Este nuevo lugar del puesto de libros de Víctor, tenía las mismas características de su puesto de libros del Comedor de Estudiantes de La Cantuta, porque aquí también venían nuevamente estudiantes y recibían las enseñanzas y consejos que como siempre, con paciencia y dedicación, ofrecía el viejo maestro; y también era un centro de encuentro con todo aquel dedicado a alguna forma de arte o política.

La Cantuta marzo de 1986. Wilfredo Rodríguez, hermana y Víctor Mazzi T.
Por esta época hubo ocasión que dos de mis maestros más queridos se conocieron entre sí: El Doctor en Matemática suizo Eugen Blum y Víctor Mazzi, por supuesto en una enorme cantina de la Plaza Manco Cápac, ahí también estaban Julio Carmona, Eduardo Ibarra y el marqués de Oliveira.

A principios de 1986 tuve que retornar a Tacna a reincorpórame a la Universidad Nacional Jorge Basadre y nuevamente la comunicación fue por correspondencia. Me enteré que había sido contratado como promotor del Área de Promoción y Difusión de la Biblioteca y Centro de Documentación de la Universidad Nacional de Educación bajo la dirección del Dr. José Mendo Romero, reconociéndose así, por fin, todo el valor que representaba el intelectual obrero Víctor Mazzi Trujillo.

1989 fue un año aciago para mi. A mediados de febrero me avisaron que el domingo 12, Víctor había dejado de existir. Ese mismo año murieron en cortos intervalos mis dos padres. Cuando retorné a Lima en enero del dos mil cuatro, una de las primeras cosas que hice fue visitar su viejo domicilio en el jirón Colombia de Chosica. Encontré la casa totalmente reformada, pero siempre conservaba el viejo olor a paltos y carrizales, tal vez por la perseverancia y el gran amor que ha puesto, Víctor, su hijo y heredero del patrimonio cultural, de rescatar todo el trabajo; quien además me recibió con gran cariño junto a su amable esposa. Tuve ocasión de ver a la entrañable doña Justina, ya anciana, pero siempre cariñosa. Pedí a Víctor que me llevara al cementerio de Chosica para dejar algunas flores en la tumba del poeta.

He preferido hacer este testimonio sobre Víctor Mazzi Trujillo, de lo que significó para mí como persona, del entrañable e inolvidable amigo y maestro, y así también, de los recuerdos del Grupo Intelectual Primero de Mayo, tan presentes en este poemario que se edita en su memoria.

Tacna, octubre del 2011

Notas finales
1 Lo conocí cuando aún era en estudiante secundario en Ayacucho y él dirigía la Escuela Regional de Bellas Artes y nos dio una excelente clase de historia del arte a los alumnos de quinto de secundaria. A su perdurable memoria dediqué la segunda edición, corregida y aumentada de mi libro A TIEMPO COMPLETO que me publicó el poeta Segundo Cancino en Tacna. Sus hijos Alfonso, Luis y José heredaron el arte y las virtudes de este inolvidable maestro.
2 Como olvidar aquel magnífico poema: «Nacer a la vida y ser apaleado/ Cruzar con urgencia la niñez/Y ser apaleado /Creer en la felicidad /Y ser apaleado /Amar y ser apaleado /Estar en la verdad /Y ser apaleado /Una pausa / Porque el lomo del hombre /No es tan fuerte.»
3 Víctor Mazzi, Hugo Bravo, Guillermo Daly, David Valenzuela y Egúsquiza, el técnico proyectista, tuvimos el privilegio de verla en 1967, en una copia clandestina que trajo Juan José Vega, en unos rollos, cuya carátula titulaba: «Alicia en el país de las maravillas».26 27
4 Él contaba que en Bogotá daba miedo pararse en una esquina porque todo el que se acercaba a uno era poeta.28 29
5 Pero quien nos llevaba lejos en tango, era el chofer del Rector Juan José Vega (creo que apellidaba Sifuentes): él fue quien nos dio cátedra de Tango de 6 p.m. hasta 6 am., en una inolvidable noche de tango y caña pura. Se sabía al detalle todos los datos de la grabación: los datos del autor, el año de grabación, las diferentes versiones, los componentes de la orquesta, del cantante, en fin todo.

domingo, 20 de noviembre de 2011

LA GESTA Y FUNDACIÓN DEL GRUPO INTELECTUAL PRIMERO DE MAYO.

TESTIMONIO DE VICTOR MAZZI TRUJILLO.


Lima 1966. Reunión del Grupo Intelectual Primero de Mayo.
  No hace mucho tiempo, el poeta Julio Carmona me comunicaba la urgencia de un escritor peruano por obtener datos sobre el Grupo Intelectual Primero de Mayo. Estoy seguro que muchos estudiosos del proceso de la literatura obrera latinoamericana estarían interesados en contar inmediatamente con los documentos y actas que guardo en el archivo familiar, sobre lo actuado por el GIPM, a ellos pido un poco de paciencia y calma, requiere tiempo transcribir, corregir y escanear las imágenes de cada documento, labor nada fácil dado el volumen de información que tenemos almacenado.

Emilio Rojas Sáenz, -a quien agradezco su especial deferencia-, me entregó esta cinta magnetofónica de una entrevista que realizada el año 1986, la cual entrego sin corregir o realizar arreglos, tal como se hacen en los periódicos y revistas, quizás en ánimo de respetar la expresión coloquial del testimonio que deja mi padre. Es posible que haya presencia de errores gramaticales del español, son licencias necesarias para comprender el mensaje que deja y para evitar interpretaciones antojadizas o incorrectas del testimonio.

El nacimiento del GIPM se haya ligado a otro poeta de trascendencia e importancia en la poesía peruana: Leoncio Bueno Barrantes. A pesar de la disensión y alejamiento por discrepancias ideológicas que sostuvo con mi padre y destacados miembros del GIPM, debo señalar que mi padre siempre apreció su poesía y esto está sentado en este testimonio. Leoncio Bueno ya con 86 años de edad, hoy atraviesa un estado de salud muy delicado.
 
Aquí la entrevista realizada por el escritor Félix Huamán Cabrera, en Chosica.
 
¿Víctor, Cuál es tu lugar de nacimiento?
Nací en el distrito de Apata, provincia de Jauja, pero a los ocho días de nacido fui llevado a Morococha (porque mis padres trabajaban en las minas) y se asentó mi partida de nacimiento en Morococha, es decir, jurídicamente hablando nací en Morococha según consta en la partida. La fecha es el 17 de marzo de 1925. Bueno el lugar de mi nacimiento el distrito de Apata, es un distrito dedicado a la producción agropecuaria, un pueblo que vive desde la colonia, está poblada de minifundios y tiene una hermosa vida y un río que solamente crece en invierno.

¿Cómo se llamaban tus padres?
Mi padre se llama José Mazzi Vargas y mi madre Fortunata Trujillo Espinoza. Mi padre es natural de Apata, mi madre nació en Ambo (Huánuco). Mis padres desde que se casaron anduvieron en pos de lograr una economía y por tal motivo mi padre se dedicó al trabajo en las minas, algún tiempo estuvo en Lima, donde aprendió carpintería y ebanistería, era un hombre muy culto, hijo de Italiano, ya que mi abuelo Carlo Mazzi Pacelli era procedente de Génova, y mis abuelos por parte materna eran hijos de españoles, indudablemente que también tengo un poco de sangre indígena, por cuanto mis abuelos se casaron con personas nativas. Tengo un hermano se llama Gilberto Mazzi y mi hermana por parte materna Rebeca Robles
Víctor Mazzi T. (sentado) en Carhuamayo durante la construcción de una usina.
En tu niñez que experiencias te han servido para la literatura. ¿Qué recuerdos tienes?
Mis primeras letras las hice en Morococha, en el Centro Escolar Obrero que dirigía Augusto Mateu Cueva y en la que trabajaba Gamaniel Blanco. A la edad de cinco años fui alumno de ellos, pero por poco tiempo porque ellos encabezaron el movimiento obrero de Morococha y fueron apresados y otros profesores perseguidos como Adrián Sovero, todos ellos escritores obreros autodidactas, y cuyo Centro Escolar no dependía del Ministerio de Educación o de Instrucción, ni de la empresa minera en la que se trabajaba (Cerro de Pasco Copper Corporation). Esta escuela era solventada con cuotas por los propios obreros a quienes les descontaban por planillas y de ahí fui donde vi las primeras marchas obreras con mis profesores adelante y entonces me di cuenta de que la vida no era color de rosa. En ellos guardo una gran memoria y por ese motivo he escrito poemas hacia ellos. Ahora… bueno yo pasaba mi infancia entre Morococha y Apata porque paraba quince días con mi abuela con mis tíos y otros quince días en Morococha, vivía en los dos pueblos. Pero lo que más me impresionaba era la visión cósmica de la naturaleza de Morococha; los nevados, su flora, una flora que está pues a los cuatro mil quinientos metros de altura y que no es la flora de la costa o de la selva y sus lagunas y el frío impresionante que se sufre en ese lugar. Bueno el año 1931 se cerraron las minas, entonces los obreros tuvieron que migrar, debido al crack económico que había empezado el año 1929 y lógicamente mis padres también como ya no había trabajo en las minas, se vinieron primero a San Mateo (Huarochirí) a trabajar en las carreteras. Mi madre daba pensión y mi padre trabajaba de carpintero en campamentos de la carretera, puentes etc. Y esas veces donde yo iba y los ayudaba, entonces perdí años de estudio, eso duró hasta 1932, es decir en San Mateo, hasta que llegamos a radicarnos acá en Chosica, pero mis padres seguían trabajando en diversas carreteras la panamericana del sur la del norte, entonces con mi madre que era enfermiza iba junto con mis padres porque no había quien la atienda, entonces estuve en Chilca, en Casma, en el norte, en diferentes lugares hasta el año treintainueve, años que dejé de estudiar por estar junto con mis padres, el año 1940 ingreso al Centro Escolar 451 de Chosica, que dirigía el profesor Germán Rodríguez Villón, estuve solamente hasta el tercer año de primaria que terminé en 1943. Indudablemente que yo había aprendido a leer periódicos, revistas que habían salido en Morococha, sabia puntuación, sabía tildación, ósea cuando ingresé al colegio me escribía versos, me llevaba todos los concursos que hacían dentro del 451. La verdad que me aburría en el colegio porque en cuestión de historia, geografía era muy destacado, casi todo había aprendido de los libros.

¿Qué labores has desempeñado?
Bien en 1944 dejé de estudiar y me dediqué a ayudar a mi padre en labores de carpintería y construcción civil, desde entonces me he desempeñado en esa rama de construcción hasta 1966 hice de albañil, picapedrero, guardián, al parecer por todos los trabajos (…) te decía hice diversos oficios hasta ese año, en que ha pedido de algunos docentes de la Universidad Nacional de Educación y de la Federación me pidieron que fuera a vender libros en un puesto que instalé al lado del comedor de estudiantes y cuyos libros guardaba en la Federación, en la Sala de Estar. Este trabajo duró hasta 1977, en que vino la intervención, las fuerzas represivas destrozaron mi puesto de libros y se robaron la mayor cantidad de libros, solamente recogí una tercera parte de un enorme cajón, que tenía, que por lo menos habían 2,500 volúmenes, de ahí no me quedó más que poner una librería en la sexta cuadra del jirón Camaná, con un socio Raúl Soto en la que estuve el año ochenta, tuve que dejarlo porque me robaron también los libros en la librería que había puesto, entonces como no tenía libros que vender, a Raúl Soto le dije: “lo poco que queda véndelo tú y te doy el veinticinco por ciento”. Bien estaba pensando volver a Construcción Civil, en eso se hizo la reapertura de la Universidad (La Cantuta) y en 1981 vine a solicitar permiso para poner un puesto de libros, pero me denegaron el pedido y un día fui donde el Rector Roberto Velásquez López a solicitarle que interviniera para que me dieran permiso y entonces el Rector me dijo: “pero Mazzi si te damos permiso a ti va a venir hasta el vendedor de camellos, no te podemos dar permiso, ¡pero si tú eres escritor y poeta y porque no te vienes a acá a trabajar con nosotros… acá el profesor (Miguel) Gutiérrez ha presentado un proyecto sobre la generación del cincuenta, porque no hablas con el profesor Miguel Gutiérrez y te queremos aquí y seguro que te vas a desempeñar bien”, y así lo hice y estoy hasta 1985, estuve trabajando hasta ese año el proyecto de la generación del cincuenta, la que al no haber sido ampliada el periodo de la investigación, prácticamente se me dejó al aire, pero tuve la suerte de encontrarme con el profesor (José) Mendo Romero, un día me manda a llamar: “señor Mazzi necesito hablar con usted”, le dije: “profesor, en que lo puedo servir”, “yo sé que tienes problemas en (la Facultad de) Humanidades, porque no te vienes a trabajar a la Biblioteca, ahí también hay trabajo de investigación”. Y sin pensarlo dos veces me vine a la Biblioteca, ya estoy por cumplir los dos años y medio, pero en calidad de contratado, como también estuve anteriormente como servicio no personal, no tengo la condición de personal estable.

¿Actualmente qué labor desempeñas?
Bien estos momentos soy responsable del área de promoción y difusión de la biblioteca, mi trabajo consiste en montar una edición del panel cada mes, hacer bibliografías, editar el boletín “Debate educacional”, en estos momentos estamos pensando hacer “Fuentes de la historia de Chosica” patrocinado por la Biblioteca para publicarlo muy posiblemente en octubre.
Cancionero el cantar de los andes, Perú 1947. Letra del poeta
Víctor Mazzi Trujillo.
¿A qué edad empezaste a escribir?
Yo empecé a escribir prácticamente en 1942. En principio me llamaba la atención las letras de las canciones y decidí hacerme letrista y como letrista estuve hasta el año cuarentaicinco o cuarentaiséis, en que vi que las letras que producía para las canciones con algunos músicos como Pedro de Vivanco, Gerardo Salhuana, Francisco Ramos Tingo, Rodolfo Tejada Ayona y otros compositores, no tenían más que un auge de un cuarto de hora como se dice en el argot, es decir, uno o dos años y pasado de moda y nadie se recordaba de las canciones, entonces decidí escribir ya poesía, y mi primer trabajo fue una obra titulada Guirnalda de Canciones a Chosica que lo escribí entre 1944 a 1946, este libro se publicó acá en la Universidad Nacional de Educación en 1976, después de veinte años. En 1947 publiqué Reflejos del Carbón, una edición de trescientos ejemplares, que rápidamente se agotó y el editor no quiso reeditar la obra y como no tenía dinero, prácticamente ya está fuera de circulación es una cosa de museo.

¿Cuáles fueron tus primeras lecturas?
En cuanto a mis primeras lecturas, en mil novecientos cuarenta comencé a leer a Máximo Gorki, a Jack London, a Elías Castelnuovo, Alvaro Yunque, que en realidad eran autores de literatura proletaria todos ellos. Eso influyó seguramente también en mi desarrollo literario porque me gustaba leer todo lo que tenía relación con la vida de la clase obrera y del proletariado. Recién el año cuarentaisiete comencé a leer a César Vallejo y por esa época eran muy escasas las obras de Mariátegui. Los siete ensayos de José Carlos Mariátegui recién yo llegué a conocer por el año 1951. Entre los poetas que leí posteriormente me impresionaron mucho estaba el francés Paul Eluard y Jacques Prevert, Pero mayormente yo me he nutrido de la poesía argentina, de la poesía que ya tenía escrito Raúl Gonzales Tuñón, Nicolás Olivari, -el primer “antipoeta” que apareció en la literatura latinoamericana-, y de esa fecha he leído metiéndome también en la literatura argentina, por ejemplo otros autores que me impresionaron mucho fueron Juan Gelman, pero esto ocurrió por los años cincuentainueve, sesenta, y posteriormente Jorge Alejandro Boccanera, un poeta argentino que ganó el premio Casa de las Américas, este poeta también es obrero y es el único obrero que ha ganado el concurso Casa de las Américas.

Carta de Oscar Raúl García, poeta obrero argentino.
Bueno entre los autores que influenciaron en mi creación yo podría decir que ha habido en parte de los españoles, especialmente de Miguel Hernández y del francés Jacques Prevert. Actualmente mis lecturas preferidas son los de autores nacionales, dado que soy aficionado desde 1948, especialmente la narrativa que se ha escrito en Perú. Esto no quiere decir que no he dejado de leer a los poetas a Alejandro Romualdo, Gustavo Valcárcel, Francisco Bendezú, Jorge Eielson, Javier Sologuren, Pablo Guevara. Entre los preferidos que tengo actualmente en narrativa destacan Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Augusto Roa Bastos y Elvio Romero en cuanto a poesía.

1966. Visita del poeta paraguayo Elvio Romero al Perú. Acompañan Jesús Ángel García, Leoncio
Bueno, Teodoro Stuchi y Víctor Mazzi T.
¿Cuáles son tus obras publicadas?
Tengo seis obras publicadas más una antología. Ya mencioné las dos primeras, después volví a publicar a partir de 1975, se publicó en Argentina mi poemario A lengua viva realizado por el poeta y editor Roberto Jorge Santoro, quien fatalmente fue desaparecido y asesinado por la triple A. Después vinieron otros libros como Poemas de Vecindad editado por el SUTE de Lima, Poemas del Albañil patrocinada por Mojinete de Tacna, Memorial de un tiempo a otro que se publicó en 1979 también en Tacna. Bueno, hablando de los libros, la gestación que tuvo cada uno de ellos, lógicamente en Guirnalda de Canciones a Chosica fueron mis primeras impresiones sobre el paisaje de la ciudad de Chosica, y esto se debió también a dar un homenaje al pueblo trabajador de Chosica, porque no sólo me refiero al paisaje, sino a sus gentes, especialmente a sus trabajadores y también hay un poco de biográfico. En cuanto a Reflejos del Carbón fue ya el inicio prácticamente de la corriente de la poesía proletaria, donde ya hablaba sobre problemas de los trabajadores en general. En el lapso de 1947 que se publicó Reflejos del Carbón hasta 1976, toda mi labor estuvo dedicada al Grupo Intelectual Primero de Mayo donde publicamos obras de conjunto, ya no obras individuales, y con el Grupo Intelectual Primero de Mayo publiqué ocho cuadernos de poesía, que alcanzó hasta 1970, a partir de esa fecha publiqué el órgano del Grupo el cuaderno de poemas llamado Canto y Seña y posteriormente del setentaiséis al ochenta he publicado y escrito trabajos en prosa en el Boletín del Grupo Primero de Mayo denominado Puntos de Clase la que alcanzó cinco números, más adelante ya he comenzado a recopilar trabajos para editar posteriormente, tengo más o menos veinte libros inéditos, aún sin título todavía.

Caratula revista Puntos de Clase N° 03. Dibujo de George Grosz.
 ¿Cómo y dónde se editaron tus otros libros?
En lo referente a cómo se editó los otros libros, A lengua Viva es una recopilación de poemas escritos que se hizo desde 1973, está interesado en algunos problemas no sólo los temas sociales sino los problemas políticos, especialmente a desalinear de la cuestión velasquista, es decir, la política velasquista. Los otros poemarios publicados se basan en mis impresiones acerca del mundo del trabajo, hasta el último libro Memorial de un tiempo a otro, todos tienen temas sobre el proletariado, es estrictamente poesía proletaria, bueno esto lo decíamos en las obras. Actualmente escribo poemas, escribo ensayos, pero no tengo todavía trabajo terminado, sino de tarde en tarde los voy realizando, posiblemente a fin de año haga un balance de todo esto y le forma de libro y los publique luego.

¿Cuál de tus obras prefieres más y porque?
Bueno, yo creo en ese sentido que amo todas mis obras, claro que hay algunas que me han dado mayores satisfacciones, por la crítica, el aplauso público, entre ellos podría decir por ejemplo que A lengua Viva es uno de los poemario que me ha dado mayores satisfacciones, lo mismo que Memorial de un tiempo a otro, pero en el fondo yo vivo contento con todas las obras publicadas, las amo a todas.

¿Las nanas en que libro están publicadas?
Las nanas fatalmente no integran ningún libro publicado, sino se han publicado en talleres de especialistas y justamente acá me han pedido en la Biblioteca una selección de las nanas para publicarlas. Seguramente no van a pasar meses que van a publicar la selección de las nanas que voy a recoger de los periódicos y revistas donde he publicado.
Víctor Mazzi, Hugo Villanueva y Leoncio Bueno. Lima 1966.
¿Cuál es tu relación con otros poetas de tu generación?
Valoro y aprecio a los escritores de mi generación, realmente he vivido muy cerca, casi íntimamente con la gente de mi generación, por ejemplo un poeta que me impresionó en un primer momento y me sigue impresionando por supuesto, pero que me agarró de perfil y de frente también, es Alejandro Romualdo Valle, y luego Gustavo Valcárcel, Juan Gonzalo Rose, Manuel Scorza y algunos compañeros del Grupo Intelectual Primero de Mayo, hoy adversario mío, Leoncio Bueno, es un gran poeta pero que no comulgo con su división ideológica. Casi he tratado a todos los poetas de mi generación, son muy pocos a los que no conozco. Sería muy largo hablar, por ejemplo, de los poetas de Junín, que estuvieron junto a mí lado, pero hay nombres que debo recordar como Algemiro Pérez Contreras, Hugo Villanueva, Hilda Rojas Llacsa, una poeta sicaína, que fatalmente se fue del Perú en 1962 a Cuba, se casó allá y se nacionalizó cubana, una gran poeta que perdió las letras de Junín y del país. Hay otros nombres, digamos por otros departamentos, por ejemplo de Cajamarca me impresionó mucho Mario Florian, Garrido Malaver -en su primera etapa, me refiero a los poemas antes de La dimensión de la piedra, ya que en la Dimensión de la piedra donde pasó a la metafísica y yo soy un poeta concreto, debatible, realista, ya no me gustó mucho-. Podría hablar de poetas arequipeños como Alberto Vega, Oswaldo Reynoso, Aníbal Portocarrero, de poetas piuranos como Luis Carnero Checa, Guillermo Carnero Hocke, de poetas trujillanos como Marco Antonio Corcuera o Carlos Berrios, bien sería una lista interminable.

¿Cuál de los poetas mencionados eliges como el más representativo?
Bueno, entre los poetas, a mí me parece el más alto poeta de mi generación es Alejandro Romualdo Valle, sin lugar a dudas. Y si también se coloca dentro de mi generación a Jorge Eduardo Eielson, es también hoy un poeta que amo, a pesar que su retórica pertenece a la “poesía pura”, pero no dejo por eso de admirarlo. Ellos son pues los prototipos de mi generación, pero hay otros más, por ejemplo Juan Gonzalo Rose, el poeta de la ternura y del combate, lo mismo que Manuel Scorza, cuyo libro Las imprecaciones, marcó una ruta a los poetas social-realistas, especialmente al que habla, porque me hizo pensar no sólo en la poesía de la clase proletaria, sino en lo que se refiere a la poesía nacional, la poesía del Perú en combate.

¿Cuál es tu opinión de la literatura peruana del siglo XX?
Podría decir que es la más rica en expresiones poéticas dentro de Latinoamérica, indudablemente que ha habido maestros en otros países, pero por la cantidad de obras resalta el Perú. Bueno por la narrativa están Abraham Valdelomar, Carlos Parra del Riego, César Falcón, Ciro Alegría, José María Arguedas, Julio Ramón Ribeyro, Enrique Congrains, Miguel Gutiérrez, Oswaldo Reynoso, Antonio Gálvez Ronceros, Gregorio Martínez; sin olvidar a los últimos narradores, a generaciones más recientes como Félix Huamán Cabrera, Antonio Higa, Roberto Reyes Tarazona, últimamente las grandes cualidades de Cronwell Jara, Hildebrando y Julián Pérez y En materia literaria somos un país riquísimo con grandes figuras y grandes promesas de figuras aunque indudablemente va a dejar toda una huella en la literatura de habla castellana y en muchas partes superando por la cantidad de figuras que tenemos.

¿Pero Colombia también tiene narradores excelentes?
Sabemos que en Colombia hay tres o cuatro narradores grandes, pero me parece que en el Perú es donde se desarrolla más por la temática andina, los problemas sociales y la narrativa de invención.

Es decir hay nuevos prototipos de creación…
Bueno la obra de la literatura peruana actual sigue llevando esos grandes prototipos de creadores, esperamos que surjan otras figuras más porque yo creo que el Perú es tierra de poetas y narradores, lo que sí es que fatalmente hay pocos ensayistas en el país, en ensayo hay países que nos llevan la delantera.

Revista Canto y seña N° 02.

¿Qué expresa la literatura proletaria?
Bueno, la literatura proletaria es la expresión pues de la clase obrera y el proletariado. En un principio nuestra poesía fue conformada por escritores obreros que no tenían conciencia de clase, y esto ocurría por los años veinte y los años treinta y se llama proletario a aquel escritor que tiene conciencia de clase, que lo diferencia de los escritores obreros. Esta literatura proletaria obedece a los mecanismos de lucha y de los intereses de la clase trabajadora y como digo en mi libro Poesía proletaria del Perú (1930-1976), tuvo su iniciación con Gamaniel Blanco y Augusto Mateu Cueva en narrativa, César Vallejo –que es el primer narrador de temas proletarios con El Tungsteno- y posteriormente surgió ya todo un movimiento porque antes actuaban individualmente, en sí no había organización o algún organismo de literatura proletaria hasta la fundación del GIPM, que se llevó a cabo el siete de julio de 1956, en la que participaron sus primeros miembros: Leoncio Bueno, Eliseo García Lazo, Carlos Loayza Gómez, José Guerra Peñaloza y el que habla y, a la que se sumó inmediatamente Algemiro Pérez Contreras, Moisés León Paitán, Miguel Carrillo Natteri, José Gutiérrez, Luis Cohayla, Pedro Durán Quevedo, Julián Huanay y otros más. El grupo llegó a tener más de cuarentaidós miembros repartidos en todo el país. Como dije anteriormente, el grupo editó ocho cuadernos de poesía y dos revistas. Cada cuaderno de Poesía llevaba un título diferente, una revista se llamó Canto y Seña y Puntos de Clase.

Artículo periodístico de Sebastián Salazar Bondy, diario La Prensa.
¿Cuáles son las características de la poesía proletaria?
Indudablemente está en que los creadores de esta literatura son elementos de extracción obrera, -sus primeros integrantes fueron de extracción obrera-, más tarde se abrió la posibilidad de los escritores que adoptaban una posición proletaria. Hay dos sectores que la conforman: los escritores de extracción obrera y los escritores de posición proletaria. Cabe mencionar algunas figuras para dar una idea de esto, tenemos en primer lugar a Alberto Alarcón, en segundo lugar a Julio Carmona, en tercer lugar a Artidoro Velapatiño y otros más que sería largo enumerar de los cuarentaidós integrantes. Todos ellos hicieron trabajos de obreros en su mocedad, pero llevados a mayor estudio ingresaron a las universidades y optaron títulos profesionales, esto no los desmerece de una posición proletaria. Los temas que escriben no sólo hablan del proletariado, de las fábricas, del dolor, del hambre, la miseria, sino que también devienen en asuntos sociales generados en el país, ya sea por otras clases como la campesina o las capas medias, entonces su temática trata ampliamente otros tópicos como la muerte, la alegría, no hay tema que se les impida escribirlos, pero lo hacen desde un punto de vista proletario, ese sería una de sus principales características.

¿Qué importancia que tiene la poesía del GIPM en el Perú?
A través de estos treintaitrés años de existencia del grupo, hemos visto que ha jugado un papel principal en las luchas sociales, y no sólo de los trabajadores, sino de otros gremios, por ejemplo estamos muy ligados a organismos magisteriales antes de que existiese el SUTEP, y con el SUTEP hemos trabajado duramente, también con los técnicos de SENATI, y otros gremios que sería largo enumerar, entonces ellos gustan de la poesía proletaria. He leído artículos periodísticos como el de Denisse Angulo que refiere que el único arte de expresión popular que tiene categoría en el país es la literatura proletaria, indudablemente se refiere al Grupo Primero de Mayo. Yo creo –como dijo Hildebrando Pérez Grandez-, cuando se rescriba la verdadera historia de la literatura peruana, la literatura proletaria tendrá el más importante papel; mientras aún se mantenga una cultura oficialista, una cultura de las capas medias, bueno aún se haya marginal la literatura proletaria. Yo creo que tiene una gran importancia en el devenir de la historia.

Testimonio de Hildebrando Pérez Grandez, Lima 1978.
¿Cómo se gestó el Grupo intelectual Primero de Mayo?
En 1956, en el mes de abril comenzaba la campaña electoral de las candidaturas de Fernando Belaúnde por un lado y por el otro de Manuel Prado. En la candidatura de Belaúnde se habían agregado varios organismos como el Movimiento Social de Izquierda, jefaturados por Félix Zeballos y Leoncio Bueno, y por otro lado el Movimiento Social Progresista, además del Movimiento de Mujeres del Perú. Durante esa campaña yo fui contratado por el MSP, como regente de su local en el jirón Chincha 243, en la que frecuentaban escritores como Alejandro Romualdo, Hernán Velarde, Sebastián Salazar Bondy y otros más. En medio de la campaña, un día, Francisco Moncloa me llamó y me dijo: “quiero presentarte a un poeta obrero” y me presentó a Leoncio Bueno, entonces de la conversación entre los dos, un día surgió la idea de fundar un organismo de literatura proletaria.

Caratula de Cuaderno de poesía Prólogo del Alba.
Antes, -como antecedente-, debo referir que en 1950 se empezaron a realizar los trabajos de la construcción de la usina de Paucartambo, en el departamento de Junín, en Carhuamayo, llegaron cinco mil obreros, entre esos cinco mil habían otros escritores obreros que no nos conocíamos y yo estaba ahí. Realizaba labores de picapedrero y me desempeñaba como corresponsal del diario Última Hora. Un día en medio de la lluvia, llevaba mi portavianda de comida para calentarlo en mi campamento, cuando escucho una voz que me llamaba: “Señor Mazzi, señor Mazzi”, volteo y veo a un joven que me llamaba, y como estaba lloviendo, le dije: “no se detenga, que la lluvia nos va a ganar, ¿dígame que desea?” Me contestó: “yo sé que usted es corresponsal de Última Hora y quiero publicar mis versos”. Este joven se llamaba Víctor Ladera Prieto, poeta acollino. Bien, con él establecimos la primera manifestación de amistad literaria-intelectual. Al poco tiempo llegó Sócrates Morales, que era periodista, ya tenía una edad avanzada (65 años), sin embargo, trabajaba de picapedrero. Llegué a conocerlo de manera casual, porque había publicado un cancionero, yo sabía el nombre de él pero no lo había visto hasta ese momento, cuando me dijo: “yo soy Sócrates Morales”, le dije: “Ah, usted ha publicado un cancionero, su nombre me es conocido”. Y así nos fuimos juntando varios elementos que a veces en una cantina, nos poníamos a recitar y resulta que Morales también era poeta y quería recitar. Hasta que llegaron dos elementos que no eran peruanos, hasta ese momento. Uno era perseguido político y otro había venido a actuar como torero a Lima y no sé porque razones de la vida, el torero fue a parar a Paucartambo. El boliviano Armando Guillén, -quien al principio pasaba por puneño-, un día hubo una huelga, él se subió sobre una piedra (y arengó a todos los trabajadores), entonces la compañía lo persiguió por haber iniciado la organización del Sindicato. Como sabía filosofía, pintura y literatura, yo me acerqué a él y se acercó a mí también, entonces le hablé que teníamos que fundar un grupo de escritores, ahí me enteré que era un perseguido político que había actuado en la revolución de Cataví, mucho antes de la revolución de 1951, bueno, con ellos formamos un grupo que se llamó “Tierra y Libertad”, porque veíamos los problemas del campesinado de Paucartambo, fatalmente no llegamos a publicar nada, sino que era un grupo que en horas de descanso se ponían a conversar de literatura, iban al río a lavar su ropa y mientras secaba la ropa hablábamos y leíamos nuestros trabajos, nos hacíamos críticas. Bien esto duró hasta el año 1954, cuando terminó la contrata de la Empresa Cristian Nielsen y retomaron el trabajo los mismos dueños que era la Cerro de Pasco Copper Corporation, entonces nos despidieron a todos los que había llevado la Cristian Nielsen, cada uno tomó un rumbo diferente; unos se fueron a trabajar a Chimbote, otros se fueron a Cerro de Pasco, muchos regresaron a sus tierras.
 Cuando en 1956 se funda el Grupo Intelectual Primero de Mayo [GIPM] y a Leoncio Bueno le digo que conocía a otros escritores proletarios le explicaba sobre dos amigos de la infancia que eran José Guerra Peñaloza –que en ese momento se desempeñaba como obrero- y Carlos Loayza Gómez, -que es albañil en ejercicio actualmente aquí en Chosica-, Leoncio me dijo: “habrá que llamar a esta gente y habrá primero que preparar un acta de fundación y una declaración de principios”. Bueno con tal motivo llamé a Pedro Durán Quevedo, que era librero y había sido peón de chacra en Piura, lo elegimos nuestro primer secretario general, ocupando los otros cargos los fundadores. Cuando se fundó el Grupo, vinieron otros trabajadores y se inscribieron, entonces formamos un taller de poesía, pero lo interesante de esto fue que era un organismo con acta de fundación y con una declaración de principios, es decir, ya tenía un cauce, no era una cosa espontánea. Digamos es como aparece este organismo y que dentro de él se desarrollaron también no sólo actividades de creación, de arte, sino también hubo diferencias ideológicas, había dos líneas muy marcadas; una liderada por Leoncio Bueno, -que dicho sea de paso, era miembro del Partido Obrero Revolucionario, de tendencia trostkista-, pero también había algunos elementos provenientes del APRA, que luego no duraron mucho, en el debate ideológico se tuvieron que ir; esto dio lugar a que sus miembros pensara también en estudiar filosofía, ciencias, ha determinar que no sólo se debía trabajar en arte.
Logo del Grupo Intelectual Primero de Mayo.
 ¿Qué sindicatos influenciaron?
Tuvimos un papel principal en todas las luchas, especialmente en la Federación de Construcción Civil. Gracias a la invocación del Grupo se contó con dos filiales. Lo mismo ocurrió con la Federación de Empleados Bancarios, -que esa vez funcionaba en el Paseo Colon-, cuyos dirigentes fueron Ugarte, Humberto Damonte, José Luis Alvarado. Nosotros nos presentábamos regularmente en recitales, incitándolos a defender sus derechos laborales. Bueno esto se desarrolló también en provincias; por ejemplo José Guerra Peñaloza el año 1958 se fue a vivir a Huancayo y fundó el organismo Acción Cultural del Centro en compañía de otros poetas del grupo como Víctor Ladera, Hugo Villanueva. Este organismo duró hasta 1968; lo mismo hizo Algemiro Pérez Contreras en Jauja, asimismo otros integrantes en otras provincias del Perú.

La segunda generación de poetas del GIPM, Lima 1966.
 ¿Cuáles son las etapas por las que atravesó el Grupo Primero de Mayo?
La primera etapa estuvo constituida por los siguientes: los fundadores más Pedro Durán Quevedo, Julián Huanay, José Gutiérrez, Miguel Carrillo Natteri, Moisés León Paitán, Rosa del Carpio –que fue la primer integrante mujer- y el joven narrador Walter Paredes. En la segunda etapa, -contando con los anteriores-, está el pintor Alberto Andia, Hernando Salas Gamarra, Miguel Herrera, esta etapa es de 1960 a 1966. A partir de 1966 ingresan al Grupo otros poetas, entre los que se encuentran Artidoro Velapatiño, Eduardo Ibarra, Magno Dueñas, Gladys Basagoitia, Teodoro Stuchi (ganador del premio de poesía ACUNI 1968). Una tercera etapa, a partir de 1971, se afilian al Grupo Julio Carmona, Néstor Espinoza, Raúl Soto, Nelson Parra, Donald Jaimes, Joaquín de los Santos, diríamos que es la promoción más joven del Grupo.
¿Quienes se retiraron del Grupo?
Con los debates ideológicos algunos abandonaron el Grupo Primero de Mayo, voy a mencionar que en 1968 abandonaron el Grupo Leoncio Bueno; por la misma época Carlos Milla Villena (que era historiador); Esteban Pabletich, al mes que se había afiliado al Grupo, (él había dedicado uno de sus libros de ensayos al GIPM); Jesús Ángel García (poeta autodidacta que no sabía escribir y que dictaba de memoria sus poemas), -él publicó libros que hablan del poder indio, canciones indias, pero él no es indio, él es blanco nacido en Trujillo, radicado en Lima más de 35 años, ¡las cosas curiosas que tenía el GIPM! El alejamiento de ellos se dio por motivos ideológicos y esto no quiere decir que hayamos perdido la amistad, siempre nos encontramos con ellos, conversamos, sin tener espacio en el Grupo, ya que no trabajamos con ellos. Eso sería en resumen las respuestas al cuestionario.

Víctor, solamente una cosa, por ejemplo a nivel de lo que se llama la enseñanza de la literatura a nivel educativo, tú crees que más o menos, de esta perspectiva, que valor, que fines podría jugar el trabajo de clase…

Claro, siendo la poesía del Primero de Mayo una poesía marginal, popular y que habla … y sus temas son la tensión social…

[Aquí se interrumpe la versión magnetofónica de la entrevista]